HUESCA.– La presidenta de la Asociación de Familias Transexuales Chrysallis, Natalia Aventín, ofreció ayer una charla en el IES Pirámide de Huesca para explicar a los chavales de este centro cuál es la realidad de estas personas, en qué situación están y por qué se produce. «A todos cuando nacemos se nos adjudica un sexo según los genitales. Cuando empezamos a expresarnos verbalmente, a los dos o tres años, lo hacemos en un género o en otro y a partir de allí somos conscientes de nuestra identidad, que a los transexuales no les coincide con el sexo que les asignaron al nacer», explica Aventin, que añade que estas personas van a tener que luchar para hacer ver su identidad a su entorno cercano e intentar que se las respete.
La asociación Chysallis nació en julio de 2013 cuando un grupo de padres y madres se unieron para apoyar la crianza de sus hijos e hijas transexuales, ayudar y asesorar a las familias de otros niños y niñas en esta situación y defender los derechos de la infancia y adolescencia trans en diferentes ámbitos: educativo, sanitario, legal, social, cultural y deportivo. A día de hoy, esta entidad cuenta con 240 socios de todas las Comunidades Autónomas, entre los que se encuentran unas 16 familias de Aragón. «Llegan a nosotros para contar su situación, siempre piensan que su caso es el peor del mundo y que va a ser difícil superarlo, pero una vez hecho el tránsito social la calidad de vida siempre mejora en la familia», asegura. Estos
«A las personas transexuales no les corresponde su identidad con el sexo que les asignaron al nacer»
niños se topan con la incomprensión de los centros educativos, la familia y el desconocimiento que hay por parte de la comunidad médica. Además, tienen otros problemas a nivel de identidad registral «porque una vez que les han dado un nombre, cuando el niño o la niña vive con su identidad social, resulta que tiene una documentación que no se corresponde con ella», dice.
Aventín comenta que muchos padres y madres no aceptan a sus hijos e hijas transexuales, que se ven obligados a hacer este tránsito social a edades avanzadas; «no han podido vivir su vida con su identidad, lo que provoca estados de ansiedad y depresión», lamenta. Aventín, que reside en Benasque, tiene un hijo transexual que está perfectamente integrado en la localidad ya que «siempre se le ha respetado su identidad porque siempre ha dicho que era un niño», apunta. Tras su experiencia, esta madre lo tiene muy claro. «La identidad viene de fábrica. Un niño transexual no tiene un cuerpo equivocado, es parte de la diversidad cromosómica. No es el cuerpo de otro porque si no quien lo hubiese perdido tendría un problema. Es su cuerpo y si la sociedad les acepta será más fácil que ellos también lo hagan», concluye.