Siguiendo fieles a nuestro estilo, nada mejor que definir aquello de lo que vamos a hablar.
Esto nos dice la Real Academia sobre el concepto transexual:
l 1. Dicho de una persona: que se siente del otro sexo, y adopta sus atuendos y comportamientos.
l 2. Dicho de una persona: que mediante tratamiento hormonal e intervención quirúrgica adquiere los caracteres sexuales del sexo opuesto.
Aunque esta vez, vamos a discrepar matizadamente con la RAE. Solo compartimos sin reparos la afirmación: persona que se siente del otro sexo. Al resto de cuestiones las consideramos solo matices y adjetivos (atuendos, comportamientos, hormonas, cirugías y caracteres); no siempre necesarios; sobre lo sustantivo, el sentirse; en si mismo necesario y suficiente.
Es más, la presencia o ausencia de estos matices, nunca deberían ser elemento para poner en tela de juicio lo primero: sentirse del otro sexo.
El desconocimiento nos lleva al miedo y al prejuicio… lo que inevitablemente conduce a la marginación y al desprecio. Intentaremos aportar un poco de luz y conocimiento para ponérselo un poco más difícil a las personas temerosas o despectivas hacia la transexualidad.
La primera gran pregunta no es explicar el porqué de la transexualidad, sino el porqué del sexo. Lo habitual no suele demandar tanta exigencia explicativa (nos pasa a casi todos y como tal lo aceptamos). Pero el reto comienza ahí: ¿por qué somos hombres o mujeres?
A pesar de lo limitado de este artículo, podemos decir que el hecho de sentirnos hombre y mujer no es una cuestión de elección para nadie (transexuales o no); es algo que viene determinado prenatalmente, y por lo que vamos sabiendo, tiene que ver sobre todo con sucesos hormonales que acontecen en nuestro cerebro fetal en algún momento crítico.
Estar más o menos contento con nuestro sexo es una cosa; pero considerarlo una cuestión de elección es otra. Y aunque dentro de un sexo, ni todos los hombres ni todas las mujeres son iguales; esto solo indica que la sexualidad de cada uno es irrepetible; como la personalidad de cada uno es irrepetible.
¿Qué sucede entonces con la transexualidad? Aunque no tenemos (todavía…) explicaciones causales absolutamente precisas, lo que exponemos es algo más fundado que una hipótesis lunática.
Son sujetos que, al igual que el resto, poseen un sentimiento de identidad sexual estable e invariable, del que toman conciencia (no construyen, ni eligen) a lo largo de su vida… (y la vida incluye a la infancia y a la adolescencia). La peculiaridad es que este sentimiento firme e invariable es discordante con el resto de su biología. De forma resumida: se sienten hombres a pesar de que su biología es femenina o se sienten mujeres a pesar de que su biología es masculina.
Y esto no es un capricho efímero, que de forma frívola se podría atribuir al carácter contestatario de estas personas; no es fruto de una crianza inadecuada por parte de sus familias; no es una cierta predilección por los atuendos y comportamientos del otro sexo; tampoco es una orientación homosexual.
Está por encima de la propia voluntad de los sujetos. Es más, si pudiésemos hacer cambiar de idea a estar personas, todo sería mucho más sencillo. Pero que nadie se engañe, tampoco podemos hacer cambiar de idea a un hombre que se siente hombre de que deje de hacerlo y comience a sentirse mujer. Ni más ni menos, así de simple y así de complejo.
Para el propio sujeto, para sus familias y para su entorno.
Y no entraremos aquí en el morbo de cirugías, tratamientos… Nos estamos refiriendo, sobre todo, a la infancia y a la adolescencia, cuando aún no hemos llegado a la pubertad, y dónde los matices de tratamientos y cirugías quedan aún lejanos y distantes.
Poco a poco (demasiado poco a poco), se va subsanando el vacío de atención a estos niños y adolescentes. Hace años que consideramos que la identidad sexual se adquiere a edades tempranas; pero los apoyos y atención a la transexualidad comienzan a partir de la vida adulta. ¿Y antes de eso qué?
Buscamos que se vea la realidad de estas personas y que, a su vez, estas personas se vean reconocidas, ante lo que muchas veces es una vivencia en solitario, de absoluta rareza y en total silencio….
Chicos y chicas que no saben poner palabras a lo que les sucede, que tienen miedo a comunicárselo a sus padres, que creen que algo están haciendo mal para que esto esté sucediendo, que serán rechazados, que ante la ausencia de otros y otras como yo se hunden en el silencio absoluto… Y contra esto luchamos, poniendo nombre y etiqueta.
Padres y madres que ante la noticia no saben cómo reaccionar, que cuestionan su propia educación, que se siente perdidos…
Centros escolares y profesores que no saben cómo ayudar a estos chicos y chicas, si aceptarlos como se muestran o intentar revertilos con delicadeza…
Desde la asesoría sexológica hemos querido dirigirmos a todas estas personas y a sus familias, para tratar de forma explícita un tema que siempre ha existido y que, por distintas razones, ha sido desatendido.
Entendemos que no siempre es fácil asumir esta realidad desde la infancia y la adolescencia, pero, por coherencia científica, hay un tiempo precioso que ganar, cuando las cosas están claras… y de verdad que a veces es más que evidente que lo están.
¿Por qué esperar? ¿para no equivocarnos? Y entretanto… la vida de las personas, y solo tenemos una, va pasando… mientras los demás esperamos.
Poco a poco, el entendimiento ayudará a la aceptación, y esto a los tratamientos integrales.
Entretanto cada uno deberíamos hacer nuestro trabajo.
Esta asesoría hará el suyo.
Y tú que nos estás leyendo… ¿harás el tuyo entendiendo y aceptando?
Para saber más:
Sexo Básico. Ed. UCJC. 2010. Silberio Sáez.
https://chrysallis.org.es
Silberio Sáez y Santiago Frago
Asesoría Sexológica para Jóvenes del CIPAJ y de la Universidad de Zaragoza