Eva Witt preside la Asociación Nacional de Familias de Menores Transexuales (Chrysallis). La entidad nació en julio de 2013 y defiende a 77 familias de toda España. La entidad reclama información y apoyo para los padres de estos menores.
Eva Witt tiene 44 años y es natural de Córdoba. Es madre de dos hijos. El mayor tiene 21 años. El pequeño es transexual y tiene 8. En julio de 2013 nace la Asociación Nacional de Familias Menores Transexuales (Chrysallis), que Eva preside. La entidad defiende los intereses de 77 familias de toda España con hijos menores transexuales. 27 viven en Andalucía.
¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan?
Todo parte de lo mismo, la desinformación que hay sobre esta materia entre la población. Cuando intentamos ayudar a nuestros hijos nos encontramos con dos problemas. Por un lado, que las instituciones no nos ayudan a que ellos vivan su género. Hay que pelearse con los colegios, los registros civiles… Además, no hay protocolos sanitarios sobre la aplicación de bloqueadores, que impiden que ellos se desarrollen sexualmente. Se gana tiempo hasta que a los 16 años ellos deciden qué hacer. Hay comunidades que los ofrecen a los 12 años, otras a los 14 y otras, como Madrid, que directamente no los receta.
¿Cómo viven los menores su situación?
Si no se les deja desarrollar su identidad desarrollan trastornos de conducta, sufren depresiones crónicas, intentos de suicidio. Hay estudios en Estados Unidos que apuntan que el 83% de adolescentes transexuales piensan en el suicidio y que un 40% lo intenta.
¿Y sus familias?
Al principio siempre es caótico. Y cuesta enfrentarse con todo: vecinos, compañeros del colegio… Nos toca enfrentarnos con todo y dar explicaciones a todos. Y darnos cuenta que si hacemos lo que nos dicen los médicos, nuestros hijos no son felices. Cuando ya se admite que vivan su género, todo se va normalizando.
¿Qué signos evidencian que un menor es transexual?
Hay ciertas pautas. Rechazan sus genitales. Se dibujan como se ven: los niños como niñas y viceversa. Y cuando hay juegos de rol (profesores, médicos…) ellos adoptan el papel con el que se identifican. Hay niños que están escolarizados en centros concertados y religiosos, sin problemas»
¿Cómo se puede ayudar a sus padres?
Lo ideal sería que cuando se ve un comportamiento de género distinto, se hablara con el colegio y en el centro les ofreciesen información. Pero no tienen ni idea. Ningún psicólogo sale de la carrera con información sobre identidad sexual. Los padres necesitan información y apoyo psicológico. Es como si se muriese un hijo o hija y luego naciese otra persona. Hay que recogerlo todo, como si se enterrase a un hijo y empezar de cero. Eso es difícil y causa dolor.
¿Cómo se le explica todo a sus hermanos?
Hasta los siete años, no hay problema. Después asumen más perjuicios y les cuesta. Pero se les explica y lo aceptan. Cuando son mayores, todo depende de la relación que haya. Si es buena, no pasa nada y hay apoyo. Pero puede pasar como, le ocurrió a mi hijo mayor. Se cerró en banda, pero con el tiempo se ha ido normalizando todo.
¿Son habitual casos como el de Málaga?
No. Este caso es extraordinario. Lo habitual al principio es que la situación les venga grande, pero cuando les ofrecemos información no suele haber problemas. Además, hay niños en centros concertados y religiosos, sin problemas.
¿Qué le pide a la sociedad?
Pues que entienda que igual que hay multitud de razas y mezclas sin problemas, también hay que entender que hay diversidad sexual: diferentes orientaciones… Y no hay problema ninguno. Me gustaría que hubiese información en los colegios, para que los menores entiendan desde pequeños que hay muchas formas de ser hombre o mujer.