¿Por qué es importante respetar la identidad de género en los niños?

‘Si permitimos que el niño sea quien es, le estaremos evitando años de sufrimiento, angustia y dolor’

Mª Nieves M. Hidalgo
Psicóloga Clínica
Psicoterapeuta

Somos seres sociales, por lo que somos sensibles a lo que los demás piensan de nosotros. Muchos padres se apoyan en esto para educar a sus hijos. Educamos en la normalidad, en el seguimiento de unos patrones que determinan lo que es correcto o está bien hecho y lo que está mal o es incorrecto. Las personas queremos ser normales y queremos ser aceptadas. Pero, ¿a qué precio? ¿Pagaremos el precio de ocultarnos, de camuflar nuestra verdadera identidad con tal de no sufrir el desprecio de los que nos rodean, de aquellos que dicen que nos quieren? Esto todavía es más duro cuando nos referimos a niños y niñas. ¿Cómo van a gestionar su miedo a no ser queridos a tan corta edad? ¿Se atreverán a compartir sus sentimientos con padres, compañeros y maestros?

Mucho se ha avanzado en la normalización social de la homosexualidad, pero la transexualidad sigue siendo vista y entendida con cierto recelo, hasta el punto de que sigue siendo considerada como una enfermedad mental. Ante la falta de información general y de protocolos médicos de actuación, en particular, hay muchísimas familias que no saben cómo intervenir cuando uno de sus miembros está ante esta situación. Se sienten culpables y no saben qué recursos existen. Si se deciden a acudir al pediatra, lo normal es que este profesional de la salud se muestre perplejo, pues posiblemente no haya escuchado jamás hablar de la transexualidad en la infancia, no creerá que un niño con 4 años sepa con tanta seguridad que el médico que atendió en el parto a su mamá se equivocó al certificar el nacimiento de una niña.

Ante la poca credibilidad que se le concederá al niño, tendrán que con firmeza actuar los padres, para que el pediatra se tome en serio el problema planteado, no ponga en duda los sentimientos del niño, ni se le avergüence con preguntas que no vienen al caso y les derive a la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil.

Una persona nace transexual y desde los tres o cuatro años que es cuando se cierra la interiorización de la identidad, comienza a expresarlo con palabras. Por eso, cuando un niño dice que es una niña o al revés hay que prestarle atención, escucharle. Nunca insistirle en que no sabe lo que dice, que todavía es muy pequeño, o que su identidad puede cambiar cuando llegue a la adolescencia. El pediatra debe acompañar a las familias, apoyarlas para que normalicen la situación de su hijo, aconsejarles que faciliten el desarrollo de la personalidad de una manera libre y sin represión, escuchar sus sentimientos y no mirar para otro lado.

El pediatra debe orientar a los padres e indicarles, si él no está preparado en estos temas, que vayan a un psicólogo infantil que si lo esté. Mejor que no intervenga si lo va a hacer mal o va a tientas, sin seguridad. Tampoco los debe confundir diciéndoles que quizás su hijo sea homosexual y por eso se pone zapatos de tacón y se pinta los labios. Hay que aclarar que una cosa es la orientación sexual y otra la identidad de género trans. Podemos ser chicos trans y que nos gusten los chicos, o ser heterosexuales o bisexuales. Una cosa es quién eres y otra quién te gusta o con quien mantendrías relaciones sexuales o con quien formarías una pareja o familia.

Muchos padres se plantean si su hijo o su hija pueden estar equivocados, pero no es así, cuando desde pequeños se manifiestan de forma constante en esa identidad sentida y viven conforme a ese género y afirman que sus genitales no son los que deberían tener. Una niña de cuatro años recién cumplidos que he visto en la consulta nombraba sus genitales de sexo masculino como si fuese femenino y en el colegio prefirió hacerse pipí en el pantalón antes que entrar al baño de los chicos. La maestra ante este acto de rebeldía avisó a sus padres y fue en ese momento cuando decidieron consultar con el pediatra y posteriormente la acompañaron al psicólogo. La niña como he dicho tenía tan solo cuatro años pero desde que tuvo algo de autonomía, alrededor de los dos años, se ponía los vestidos de su hermana, jugaba con muñecas e incluso se ponía pinzas y diademas en el pelo. Se negaba a que le cortaran el pelo y le gustaba ponerse crema por todo el cuerpo como hacía su mamá. Cuando su padre o su hermano le animaban a jugar al fútbol se negaba. Ya sabemos que esto son manifestaciones de los roles sociales y por supuesto hay muchos niños que juegan con muñecas o que les gusta llevar el pelo largo y eso no quiere decir que tengan una identidad de género trans o una orientación sexual homosexual. Se puede ser niña en identidad de género cis, esto es acorde con su sexo biológico, pero masculina en la manifestación de los roles, y heterosexual en la orientación. Y quizás ahora sea un buen momento para hacer un paréntesis y aclarar estos cuatro conceptos que se suelen confundir:

  1. La identidad de género es como te sientes respecto a ti mismo, es decir, la forma en que tu cerebro interpreta quien eres. No está ligada al sexo biológico.
  2. La expresión de género es cómo expresas tú género (se basa en los roles tradicionales del género). Incluye la forma en que te vistes, te comportas, etc.
  3. El sexo biológico corresponde a las características físicas-biológicas que diferencian a los individuos a nivel sexual, incluyendo los órganos, hormonas y cromosomas.
  4. La orientación sexual se refiere al tipo de persona hacia la que nos sentimos atraídos (física, emocional, espiritual y románticamente).

A la familia le cuesta encajar la situación, se han hecho a la idea de que tenían dos hijas, y ahora resulta que tienen una hija y un hijo, por ejemplo. En el caso que yo atendí, la niña tuvo una suerte enorme, pues todos los miembros de su familia aceptaron desde el principio su identidad de género trans, incluso sus abuelos, a pesar de ser tan mayores, recibieron con naturalidad la noticia.

Sin embargo, y por desgracia, no suele ser tan fácil. Una gran parte de padres y madres sufren, se sienten culpables, piensan si no habrán favorecido ellos con alguna actitud que su hijo o hija tengan una identidad de género trans. Lloran, no saben cómo hacer para que su hijo no sufra el rechazo de su entorno más próximo, tíos, primos, compañeros de colegio o de instituto… tienen que pasar por un duelo, pues se tienen que despedir, decir adiós a ese niño y dar la bienvenida a una hija que no esperaban, o al revés.

Junto a este proceso de aceptación por parte de la familia de la nueva identidad de género del niño o la niña, hay que comenzar el tránsito en el ámbito de la medicina con el uso de bloqueantes hormonales (proceso reversible), para frenar el desarrollo de la pubertad, en el de la psicología infantil, con el asesoramiento sobre cómo hacer el pasaje a la nueva identidad dentro de la familia extensa, amigos y vecinos y en el área escolar, favoreciendo la integración del alumno en el aula y en el centro. Es muy importante que estos chicos no sean marginados y se integren de una manera adecuada en su entorno escolar. Normalmente, el psicólogo se pone en contacto con los tutores en el instituto o en el colegio, o entrega un informe a los padres con orientaciones para los profesores sobre el modo en que se puede tratar el tema en su clase. En algunos casos, se les llama por los apellidos para que no se sientan incómodos. Algunos quieren contarlo abiertamente en su aula y otros no. Por eso, antes de abordar el tema en público hay que reunirse en privado con el alumno o la alumna independientemente de la edad que tenga, y saber cuáles son sus deseos, necesidades o preocupaciones. Siempre hay que respetar la decisión de los padres y del alumno o alumna. El equipo de orientación y el tutor deben elaborar un protocolo de actuación dentro del plan de acción tutorial con el que se sensibilice y se facilite la normalización de esta situación tanto a nivel de padres, como de alumnos y profesores, evitando así posibles situaciones de rechazo, acoso y violencia escolar.

Para finalizar intervención, voy a referir qué es lo que podemos hacer desde el ámbito de la psicología. Por supuesto, no tenemos que llevar a cabo ningún tipo de terapia, ya que hemos dejado claro que la transexualidad no es ninguna enfermedad o trastorno mental.

Yo creo que nuestra responsabilidad como profesionales de la psicología es clara. Por un lado, facilitar los informes psicológicos necesarios para que en el colegio y en el instituto se aborde el tema con naturalidad y normalidad, por otro, facilitar informes para que los pediatras se sientan más predispuestos a prescribir los bloqueantes hormonales. Y con los niños o los adolescentes y sus familias intervenir cuando sea necesario y ellos lo soliciten porque se sientan desorientados o angustiados ante una determinada situación o porque deseen recibir orientación acerca de cómo afrontar ciertos temas. Hacer ver a las familias y a los propios interesados la importancia de estar conectados a través de asociaciones con otras personas o familias en las que alguno de sus miembros tiene una identidad de género trans, para que de este modo se sientan parte de la diversidad que existe en la naturaleza y que compartan experiencias, porque la unión hace la fuerza y, en este caso, es totalmente imprescindible continuar luchando unidos para hacer prevalecer los derechos de las personas con identidad de género Trans.

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Fuente: Fundación Cattell Psicólogos