“La transexualidad tiene que ver con quién soy, y eso lo sé desde los dos años”

FUENTE: LADUDA.NET

Natalia Aventín: “La transexualidad tiene que ver con quién soy, y eso lo sé desde los dos años”

NACHO PÉREZ DE LOS HEROS / La falta de un marco estatal que garantice sus elementales; los prejuicios sociales y el desconocimiento; o la falta de profesionales formados en aspectos básicos que tienen que ver son su condición y derechos, hace que la situación de las personas transexuales diste mucho de ser, en España, la que debería corresponder a una sociedad avanzada. En el caso de los menores, la situación es más sangrante y perentoria. La Asociación de Familias de Menores Transexuales Chrysallis trabaja contra viento y marea -pero también contrarreloj-, para conseguir que se les reconozcan y apliquen derechos básicos. Natalia Aventín, su presidenta, nos desgrana las principales claves de la problemática que afrontan.

– ¿En qué situación está la regulación normativa de las personas transexuales?

Tenemos un problema muy importante y es que no hay un marco estatal que garantice que los derechos de las personas transexuales. La Constitución dice que tienes derecho al libre desarrollo de tu personalidad; o que tienes derecho a la vida privada y la intimidad; o la salud  en igualdad de condiciones en todo el Estado. Sin embargo, nos encontramos que ni hay un marco legislativo a nivel estatal, ni hay una equidad entre comunidades. Cada una tiene regulada la realidad de las personas transexuales o la garantía de derechos de forma diferente; y la mayoría ni tiene regulación. Es una situación bastante complicada de gestionar.

– ¿Puede mencionar algún ejemplo en el qué se plasma esa disparidad?

En Aragón, Cataluña o Canarias, por ejemplo, tienes derecho a tener una tarjeta sanitaria con tu nombre social; y sin embargo, en otras comunidades autónomas como en Galicia no. Y esto es muy importante. Imagínate en una sala de espera en la que no se dispone de los sistemas de cita por número, o que éste no funciona, y se llama a los pacientes en voz alta por nombre. Si se llama, por ejemplo, a Rosa Álvarez, y quien se levanta es alguien con un aspecto –de vestimenta, de pelo, de ademanes- que es Pedro Álvarez, estás poniendo el foco sobre esa persona y el resto la miran, comentan, etcétera. Eso ya atenta contra la intimidad de una persona y tiene que evitarse. Y en todo el Estado, porque si no es un agravio comparativo. Pero es que, en cualquier caso, todos tendríamos que tener derecho a que nos identificasen con el nombre que usamos socialmente.

– ¿Y en el caso de los menores?

En tema de menores también hay una disparidad, por ejemplo con el tratamiento con bloqueadores hormonales. Hay comunidades autónomas donde son atendidos por pediatras y les dan tratamientos de bloqueo según el desarrollo puberal. Y hay otras que no lo tienen en cuenta y si no tienes cierta edad no accedes al tratamiento. Lo que ocurre es que si tú te has desarrollado con 14 años, a esa edad ya no te sirve para nada; es un tratamiento que te están negando porque están mirando una cuestión de edad legal, y no de edad física o de desarrollo puberal. Por otro lado, incluso dentro de cada comunidad autónoma, para obtener un tratamiento dependes de con qué especialista o con qué funcionario de turno des. Aunque parezca increíble, todavía hay psicólogos que te dicen cosas como “eso ya se le pasará de mayor”, o “será una etapa”, o “recondúzcalo usted y córtele el pelo y apúntelo al fútbol”.

– En menores parece especialmente importante tener claras estas cosas…

La transexualidad, a diferencia de la homosexualidad, tiene que ver con quién soy, y eso lo sé desde los dos años. A los dos años ya empiezo a hablar, a utilizar los artículos y a distinguir entre sexos, y ya sé con qué artículo quiero que me llamen. Si pruebas a hablarle a una niña de dos o tres años en masculino, verás que rápidamente te dice: “no, no, si yo soy una niña”. O si a un grupo le dices que se separen por niños y niñas, todos se saben clasificar. Entonces, la persona que no se clasifica es aquella que no se siente cómoda con el rol que le han asignado al nacer. Ya ve que las expectativas que los demás esperan que cumplan no se ajustan a su sentimiento. Y es donde empieza a haber dudas, o donde puede mostrar algún tipo de disconformidad.

– ¿Cuál es la situación jurídica en temas como registro civil?

La ley del Registro Civil es para todas las personas y data de 1957. Se hizo una modificación en 2011 que nunca se ha llegado a poner en marcha por el conflicto de los registros y sus competencias. Sí existe la ley 3/2007, que es específica para la rectificación registral en cuanto al nombre y al sexo. Pero excluye a los menores. Por eso, de momento lo que hacemos uso es del registro civil que permite el cambio del nombre por uso habitual. Eso lo estamos haciendo desde hace tres años, porque antes o lo había intentado poca gente o no teníamos constancia. Ahora ya tenemos más de 40 familias que han conseguido el cambio registral de nombre de esta forma. También es verdad que hay familias que están consiguiendo el cambio de nombre y sexo porque el juez que les toca piensa que está por encima de la norma que no contempla el cambio registral para menores está el derecho a la intimidad, al libre desarrollo de la personalidad o el interés superior del menor. En cualquier caso, cada registro civil interpreta la norma de una forma, pero sí hemos conseguido que muchos accedan al cambio registral de menores porque, cada vez que presentamos una solicitud, adjuntamos documentación de todos los precedentes conseguidos, con lo que les damos muchos argumentos para que den autos favorables. Aún así siguen poniendo dificultades, por ejemplo en niños más pequeños, porque hay una carga ideológica y de ignorancia de la realidad.

– Y en cuanto a los protocolos educativos para los centros, ¿cómo está la situación general?

Pasa lo mismo. Hay alguno aprobado y se están trabajando en algunas comunidades. Pero hay una disparidad de normativas y regulaciones y, además, no están interiorizadas, por lo que les cuesta mucho a los profesionales aplicarlas. Hemos hecho en Chrysallis algo parecido a lo que contaba con los registros civiles. Hemos creado una lista de colegios trans-friendly, con lo que hemos conseguido es cambiar un poco lo que hacíamos. Al principio asesorábamos a las familias y las acompañábamos al centro educativo; pero encontrábamos resistencias. Lo que hicimos fue ese listado de colegios en los que se había avanzado ya en cómo tratar la diversidad, los planes de convivencia, etcétera. Ahora el listado es de 9 páginas y tiene centros de todo el Estado. Así, cuando llegas a un nuevo centro y conocen esta realidad, y la familia apoya al menor, les aportas información y recursos que les facilita mucho que puedan abordar la explicación a los compañeros, a los adultos de la comunidad educativa, etcétera; y suelen poner menos resistencia.

– ¿Está funcionando bien?

– Está funcionando bastante bien, aunque siempre con el hándicap de estar dependiendo de 17 comunidades autónomas y dos ciudades autónomas, cada una con su regulación, con su diferente organigrama de consejerías, etc. De donde partíamos hace tres años hasta ahora, hemos avanzado en positivo, pero falta mucho, porque sigue habiendo la ignorancia de muchos profesionales. Ten en cuenta que sobre transexualidad, o sobre la realidad de las personas transexuales no se habla ni en la carrera de medicina, ni en psicología, ni magisterio, ni pedagogía. En sexología y poco más. Lo que da mucha lástima es en los casos de niños o niñas cuyas familias no se atreven a dar el paso y, aunque se detecten en los colegios miran hacia otro lado porque no saben cómo actuar. Ahí es donde hay que incidir mucho y trabajar. La comunidad educativa tiene que ser un sitio donde se detecten estas situaciones y se consiga hacer de mediación con la familia y sobre todo proteger al menor.

Chrysallis 2– Falta mayor asunción social en torno a esto…

La sociedad no está preparada para recibir a las personas transexuales. No son personas esperadas. Al revés, la gente no espera tener un hijo transexual. Espera que venga bien, que no le falte nada, pero no se plantea esto. Te puedes plantear que pueda ser homosexual, pero no transexual. Y a partir de ahí, el poder digerir, y aceptar y conseguir que esa persona se empodere es muy importante, porque a va a ser bastante dura la vida, como para que encima no le acompañes.

– ¿La primera problemática de un menor transexual es la propia familia?

Hay de todo. Tenemos niños y niñas de 3 y 4 años que ya han hecho el tránsito social y se presentan como son. Es verdad que lo más común es mirar hacia otro lado, o que te pongan tantas barreras que asumas que se tienen que acostumbrar a vivir como la gente espera porque, si no va a tener una vida muy triste o le van a hacer mucho daño. Porque hay mucho miedo a que los niños sufran. Muchas veces no es que las familias no lo vean porque no quieren o porque tienen prejuicios; sino porque están evaluando y lo que conoces es de mucha dureza y puedes preferir que se acomode para no sufrir. Eso, luego, no es real. Yo creo que nadie podemos dejar de ser quien somos por mucho que nos condicionen de alguna manera. Sí que es cierto que la primera dificultad es la familia, pero no porque sean familias con prejuicios –que también las hay- sino porque socialmente no se habla, no se visibiliza y no existe. Entonces como no puedes ponerle nombre y conoces estas realidades, pues te encuentras en una zona desconocida y con muchos miedos.

.- Ahí entra la labor de asociaciones como Chrysallis, que es estatal, ¿no?

Desde la asociación nos empeñamos mucho en visibilizar. Salimos constantemente en medios de comunicación, en todos los sitios donde nos dan oportunidad, porque creemos que es súper-importante que las familias pongan voz, nombre y etiqueta a lo que viven en su casa. Chrysallis es estatal, pero donde hay suficientes familias para formar una asociación autonómica se constituye, como Galicia, Madrid o Aragón, entre otras. Y donde no, a veces hay personas delegadas. Somos una asociación muy curiosa porque surgimos en las redes sociales, y nuestras asambleas y reuniones son virtuales, a través de grupos secretos de Facebook. Nos hemos inventando una forma de funcionar que fuera eficiente y participativa. También hacemos encuentros estatales, pero no pueden acudir todos los socios (unos 340 actualmente). Y aprovechamos los encuentros para otras cosas. Pero el tema asambleario y de funcionamiento lo hacemos mucho de forma virtual y nos está funcionando muy bien. A nivel autonómico se han constituido grupos porque también la legislación, como es diferente en cada sitio, a veces hay que pelear las cosas de distintas maneras. No tenemos trabajadores ni subvenciones. Funcionamos con familias voluntarias, y el grado de implicación de cada uno depende de lo que cada cual quiera. Pero lo cierto es que nos interesa mucho sacar esto para adelante rápido porque las infancias son periodos cortos y sabemos que la dedicación que tendremos es limitada. A veces, los objetivos de las asociaciones se plantean objetivos a plazos lejanos porque hay tiempo por delante, pero nosotros no nos podemos permitir ese lujo.