Chrysallis, la principal asociación española de padres y madres de menores transexuales, convoca una concentración en Madrid el 25 de marzo para reclamar respeto y leyes que lo garanticen
Euforia de género. Bajo este lema saldrán a la calle en Madrid el próximo día 25 las familias con menores transexuales convocadas por la asociación Chrysallis, que reclama el cese de “la vulneración de los derechos fundamentales” de esos niños por falta de regulación.
La asociación, fundada en 2013, que cuenta con 473 familias asociadas y que se financia con aportaciones de sus socios, es la mayor de España en el ámbito de las familias con menores transexuales.
Quieren dar visibilidad a los niños trans y, al mismo tiempo, llamar la atención sobre la escasa implicación de las instituciones con ellos. “Se trata, sobre todo, de pedir a los políticos que legislen para proteger a nuestros hijos e hijas, de que empiecen a legislar sobre derechos fundamentales como los de la diversidad y la identidad y de que busquen herramientas para incorporarlos a las estructuras sociales que ya existen y que se puedan ejercer”, explica Natalia Aventín, presidenta de Chrysallis.
«Tenemos nuestra propia agenda»
La concentración estaba prevista antes de que Hazte Oir pusiera en marcha lo que Jesús Generelo, presidente de la Federación Española LGTB, califica como “el autobús infame.
«Celebramos encuentros estatales cada seis meses, y en el último decidimos salir a la calle esta primavera para reclamar los derechos de nuestros hijos«, indica Aventín, que anota que “de hecho, hemos esperado a que pase la polémica. Tenemos nuestra propia agenda y no vamos a permitir que nos la marquen unos ignorantes atrevidos y con dinero». «Cuanto más se aprecia la diversidad, más cuenta se da uno de cuánta diversidad hay», añade.
«Hay un principio de base que es el respeto a la identidad de estos menores, para los que ese autobús suponía una agresión. La sociedad debe salir a defenderlos», anota Generelo.
«Existimos y exigimos respeto»
El manifiesto de la concentración, convocada para las 11.30 horas del día 25 en la plaza Jacinto Benavente de Madrid, reivindica respeto para «su indumentaria, el nombre que les representa y su intimidad» y reclama «que el sistema educativo les contemple y les trate con respeto» y que «los profesionales de la sanidad dejen de escudarse en estudios transfobos y prejuicios caducos y atiendan a nuestras hijas, hijes e hijos en las mismas condiciones que al resto de la ciudadanía».
«No queremos una infancia de segunda. No pedimos derecho para existir, ni que nos comprendan o que nos toleren. Existimos y exigimos respeto», añade, mientras reclama «una ley que despatologice la transexualidad y apueste por la libre autodeterminación de la identidad sexual, creando las herramientas necesarias para que ninguna persona pueda ser discriminada por su identidad y que disponga de un reglamento sancionador».
«Pedimos transversalidad. La Constitución es insuficiente, reclamamos garantías, y sanciones, para proteger un derecho fundamental que ahora sale gratis vulnerar», señala Aventín, mientras recuerda que «a mi hijo se le ha pasado la infancia esperando que se legisle para garantizar sus derechos».
Tiene DNI de varón pero en su ficha del Registro Civil sigue anotado un nombre femenino, una situación que sufren cientos de niños en todo el país mientras la pelota se encuentra en el tejado del Tribunal Constitucional , que debe dictaminar si la ley puede seguir exigiendo que una persona alcance la mayoría de edad para poder inscribirse con su sexo sentido cuando este difiere del registral biológico.
La inexistente normativa estatal
Las diez leyes autonómicas sobre la diversidad LGTB –hay tres más en trámite- han supuesto un paso para el reconocimiento de esa diversidad, aunque sigue sin haber una norma de ámbito estatal.
«La desprotección legal de las personas transexuales es uno de los asuntos más graves que hay que resolver, y pronto», anota Jesús Generelo, que reclama una ley estatal con «medidas para revertir la marginación y el estigma a los que ha estado sometido durante años el colectivo trans».
Aventín achaca ese vacío legal sobre la transexualidad a la «falta de voluntad»de la clase política. “Ni siquiera hay manera de que utilicen la palabra ‘transexual’, y eso es por prejuicios y por ignorancia. Y hace falta hablar. Lo que no se puede hacer es mirar hacia otro lado”, indica. “Veo muchas fotos, muchas buenas palabras y muchos gestos pero poca concreción”, añade.