Bienvenida Andrea

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…Y llegó septiembre de 2014 y, con la reestructuración de los grupos, Ander llega a mi tutoría, junto con otros niños que habían estado en la misma clase en 3 años. No tardamos mucho en conocernos y, nos adaptamos rápidamente unos a otros.
Ander era «un niño» tímido, bastante introvertido y callado. Parecía una personita muy frágil. Su vocecita era muy delicada. Hablaba muy despacio y muy bajito. Le costaba participar de forma espontánea. Su comportamiento en el aula, era bastante correcto. Se relacionaba bien con sus compañeros y compañeras, principalmente con los que estuvieron juntos en tres años. Huía de los juegos agresivos. Era un niño muy tranquilo. Por razones médicas, faltaba con frecuencia al colegio.
Le gustaba el rincón de la casita, ¡le encantaba ese rincón! Recuerdo un cumpleaños que nos trajo una barbie para enseñárnosla. Sonreía con una muñeca en la mano, ya fuera suya, del cole o de otros niños o niñas.
A medida que va pasando el tiempo, mi relación con los padres se va haciendo más estrecha. Yosi me habla de los problemas de salud que tuvo desde chiquitito. Iván me habla de su fuerte carácter (que jamás se ha manifestado en la escuela).
En nuestro segundo curso juntos, Ander se siente más seguro y me expresa de forma más abierta lo que siente y lo que le gusta. Al principio no lo hace directamente, sino a través de su madre, que es su apoyo incondicional:
– Le cuesta ir al baño porque le gusta hacer pis sentado. Con total normalidad tratamos el tema en la asamblea. Al final, cada uno manifiesta sus preferencias y entendemos que cada uno puede hacer pis como prefiera, de pie o sentado, es una cuestión de gustos.
– Otro asunto de asamblea, fue el tema de los juegos: podemos jugar a lo que nos gusta, los juguetes son de todos y para todos. Las niñas pueden jugar con coches y, los niños pueden jugar con muñecas y ¡no pasa nada!
– Lo mismo ocurrió con los colores: no hay colores de chicos ni colores de chicas, también depende de los gustos de cada uno.
– …Y llegaron los carnavales y, por si él fuera, hubiera estado todo el día con el vestido de princesa puesto. Fue otro tema que también tratamos en la asamblea: si una chica se puede vestir de superhéroe, un chico se puede disfrazar de princesa y ¡tampoco pasa nada!
Pasan los días y, Yosi viene a una tutoría y me comenta que en casa se viste de niña desde que llega del colegio. Por primera vez sale a la calle con un disfraz, primero de princesa y, luego de roquera. Ya no se puede dar marcha atrás. Hay un rechazo a la ropa interior, que viene seguido de un cambio de armario y, un cambio de nombre. Y llegó un día al cole vestida de niña, con su falda de tul. Quería enseñarse al mundo pero aún lo hacía tímidamente detrás de su madre. Cuando se vestía de niño, no le gustaba que lo mirasen. Sentía que se reían de él por cómo iba vestido. Sin embargo, tenía una sonrisa pletórica cuando «se vestía de niña». Ella sentía que la miraban y le sonreían, porque estaba guapa. Y así era como ella se sentía. (Para mí este hecho es clave en todo este proceso).
A partir de aquí, a través de su pediatra, se ponen en contacto con Chrysallis. Con mucho coraje, la familia decide aceptar y acompañar a Andrea. Se necesita mucha fortaleza, una gran entereza y un amor inmenso. El mayor deseo: que la niña sea feliz y pueda mostrarse al mundo tal y como siente. A partir de aquí hay muchos cambios que seproducen casi sin darnos cuenta y en muy poco tiempo: reunión con la orientadora del centro y la familia, con el apoyo fundamental, de Eva de Chrysallis. Información al equipo educativo del Centro y a las familias. En general, la mayoría de los padres y madres, sobre todo los de nuestra tutoría, han manifestado su apoyo y respeto. Pero sin
duda, para mí lo más maravilloso y mágico surgió en el aula. El miércoles 27 de abril fue una mañana un poco diferente. A raíz de una compañera que había visto a Andrea el día anterior en el centro comercial, empiezan a surgir comentarios en el aula. Me comenta “que Ander ahora se llama Andrea”. De forma espontánea, siento a la niña conmigo y le pregunto si quiere contarle algo a sus compañeros. Me dice que sí y añade: “que soy una niña. Me gusta ser una niña”. Les explico que ella se siente una niña y, aprovechando el vídeo de David (el hijo de Eva), les explico que cuando Andrea nació, tenía un pene y, por eso los médicos pensaron que era un niño, pero realmente era una niña, lo que no se dieron cuenta. A partir de ahí todos los niños y niñas hicieron algún comentario. Unos decían que ya lo sabían porque les había enseñado sus braguitas, porque siempre le gustaba jugar con las nancys, porque su madre se lo había dicho, porque en alguna ocasión la había visto con algo en la cabeza como si tuviera el pelo largo. Y otros simplemente dijeron que no lo sabían. Los niños y niñas de la clase normalizaron la situación muy rápido. Me comentaron que tenía que cambiar los carteles de su nombre (rincones, lista, mesa, cumpleaños, etc.). Hablamos de lo importante que era respetarnos: “no decirle cosas, no reírse y no burlarse”. Antes de volver con sus compañeros, le pregunté si quería decir algo más. Su frase fue: “Me gusta que todos digan que soy una niña”. Y de repente, una compañera empieza a aplaudir y todos siguen ese aplauso. ¡Una gran emoción!…eso es lo que sentí en ese momento.
El resto de los días transcurre con total normalidad. Así es como ellos lo viven. Y con el cambio de carteles, Ander se fue para siempre de la clase dejando paso a Andrea. Y todo ha seguido su curso. Sin duda, con Andrea he vivido una de las experiencias más bonitas, me ha enseñado una lección de vida, de esas que marcan un antes y un después, para siempre. Sus padres me han contagiado el amor infinito y, ella es una niña alegre, habladora, risueña, que baila y juega, que se ríe, que expresa, que trasmite un brillo intenso y mucha felicidad.
Se acaba nuestra etapa juntas en Infantil, pero sé que no nos vamos a despedir. Forman para mi vida y si me lo permiten, no dejaré de acompañándoles.
Muchos achuchones