Ante el discurso ignorante sobre la Ley Trans, una historia basada en hechos reales

No paramos de escuchar y leer declaraciones, titulares, discursos y opiniones, sobre la autodeterminación de género en menores respecto al borrador de Ley presentado por el Ministerio de Igualdad. La mayoría de estos comentarios y opiniones “supuestamente” son en aras de la “protección de las personas menores” y la “seguridad jurídica” de esta ley con el argumento de “asegurar el derecho de todas las personas” …

Verán, les vamos a explicar una de tantas situaciones que las personas menores trans* han pasar para “acreditar madurez suficiente” y garantizar la tan nombrada “seguridad jurídica”

Febrero 2021, sí, 2021, mes y año actuales! En un juzgado de Estado Español, citan a una madre y su hijo de 15 años para realizar los trámites necesarios y conseguir la rectificación de la mención registral de sexo.

Día tal, hora tal, se presentan en el juzgado el menor y su madre con los nervios a flor de piel y ¿por qué no decirlo? con miedo, cuando les hacen pasar a la sala de espera. Una vez allí, la incertidumbre se acrecienta cuando les informan de que van a separarles, ya que la madre por un lado y el hijo por el otro, han de pasar una serie de cuestionarios y una entrevista por parte del psicólogo forense.

En primer lugar, hicieron pasar al menor haciendo esperar a la madre en la sala. ¿Se imaginan el momento y los sentimientos? Podemos asegurar que solamente esa madre sabe cómo son.

Después de una larguísima espera, fue el turno de la madre que fue sometida a un cuestionario integrado por preguntas como estas:

Conteste a cada una de las cuestiones con:

  • Nunca o casi nunca
  • Pocas veces
  • Algunas veces
  • Muchas veces
  • Siempre o casi siempre
  • Contesta con falta de respeto a los adultos
  • Se suele sentir apático o desmotivado
  • Tiene pocas ganas de hacer cosas
  • Tiene con frecuencia dolores musculares
  • Suele simular dolencias para llamar la atención
  • Protesta cuando piensa que le riñen injustificadamente
  • Está siempre solo
  • Tiene dificultad para la vida social
  • Tiene dificultad para tener amigos de su edad
  • Le llaman a menudo los amigos para salir
  • Usa un volumen de voz inadecuado
  • Tiene necesidad compulsiva de hacer deporte 
  • Tiene necesidad compulsiva de comer 
  • Suele vomitar 
  • Se produce lesiones
  • Tiene ideación suicida
  • Cuando se enfada rompe objetos o da portazos
  • Tiene problemas de disciplina con el profesorado
  • Se avergüenza de su cuerpo
  • Se siente acosado por algún compañero
  • Bebe en exceso
  • Toma drogas
  • Va con malas compañías que ejercen mala influencia
  • Dice o hace cosas extrañas
  • Tiene dificultades para dormir
  • Acata bien las órdenes y las reglas domésticas
  • Se asusta con facilidad 

Después de contestar en estado de shock a todas estas preguntas humillantes y de las que tenemos la certeza absoluta de que no van a aportar información en cuanto a la identidad del menor, la madre preguntó el sentido que tenían éstas y que qué pasaría si fuera una madre que no acompañara a su hijo, a lo que le respondieron, que “entonces eran otro tipo de cuestionarios” …

La madre reflexiona, si su hijo es un chico feliz y no la criatura atormentada que insinúan las preguntas, ¿qué pasará? ¿Esa serie de preguntas darán una respuesta más veraz que sus años de felicidad viviendo y mostrándose tal cual es, día a día en todos los aspectos de su vida?

Seguramente quiénes estén leyendo esto pueden preguntarse por qué dio respuesta a las preguntas y no se levantó y se marchó. Fácil, porque su hijo necesita ser reconocido como el chico que es, necesita tener la “M” en su DNI para dejar de dar explicaciones y conservar su derecho a la intimidad, necesita tener sus títulos académicos conforme a su identidad de género para llegado el momento presentar su Currículo Vitae sin miedo a sufrir cuestionamiento, discriminación y/o exclusión laboral. Ante todo esto, una madre pasa por lo que tenga que pasar para lograr cumplir con las necesidades y la felicidad de su hijo. 

Los cuestionarios y la entrevista a los que fue sometido el menor, no podemos reproducirlas, ya que a pesar de que su madre insistió en conocerlas, el chico prefirió no explicarle nada. Simplemente contestó: “es igual, mamá”, lo importante es que me den el cambio de sexo y ya está. Cabizbajo, pensativo, triste… 

Humillante, ¿eh? Con “seguridad jurídica” ¿en base a qué?

Llegadas a este punto, nos vamos a permitir la licencia de realizar nuestro propio cuestionario.

Antes de contestar piensen en “el bien superior del menor”, en “los derechos humanos de todas las personas”, y, si nos permiten la confianza, en las personas menores de su propia familia.

Conteste a cada una de las cuestiones con:

  • Nunca o casi nunca
  • Pocas veces
  • Algunas veces
  • Muchas veces
  • Siempre o casi siempre
  • Contesta con falta de respeto a los adultos
  • Se suele sentir apático o desmotivado
  • Tiene pocas ganas de hacer cosas
  • Tiene con frecuencia dolores musculares
  • Suele simular dolencias para llamar la atención
  • Protesta cuando piensa que le riñen injustificadamente
  • Está siempre solo
  • Tiene dificultad para la vida social
  • Tiene dificultad para tener amigos de su edad
  • Le llaman a menudo los amigos para salir
  • Usa un volumen de voz inadecuado
  • Tiene necesidad compulsiva de hacer deporte 
  • Tiene necesidad compulsiva de comer 
  • Suele vomitar 
  • Se produce lesiones
  • Tiene ideación suicida
  • Cuando se enfada rompe objetos o da portazos
  • Tiene problemas de disciplina con el profesorado
  • Se avergüenza de su cuerpo
  • Se siente acosado por algún compañero
  • Bebe en exceso
  • Toma drogas
  • Va con malas compañías que ejercen mala influencia
  • Dice o hace cosas extrañas
  • Tiene dificultades para dormir
  • Acata bien las órdenes y las reglas domésticas
  • Se asusta con facilidad 

¿Ya?, ¿ya han contestado? Y, ¿qué tal?, ¿cómo ha ido?

Si han contestado a todo que SÍ, “su hijo” ES TRANS* si han contestado a todo que NO, “su hijo” NO es TRANS*. Porque tan solo la infancia y adolescencia trans* hacen o les suceden estas cosas, ¿saben?

(Nótese la ironía)

Porque solo y TAN SOLO a la infancia y adolescencia trans* y sus familias, se les somete a la humillación de cuestionarlas, estigmatizarlas, discriminarlas, tutelarlas, patologizarlas y judicializarlas! Solo y TAN SOLO a la infancia y adolescencia trans* se les exige mediante estas prácticas “madurez suficiente” para ser quiénes son y ejercer el derecho a vivir libremente.

Una última aclaración. No hemos detallado el juzgado y la Comunidad Autónoma, por el miedo de la familia a que debido a ello el auto pueda ser desfavorable. 

A todas esas opiniones y declaraciones, nosotras, las familias de menores trans* les pedimos “madurez suficiente” para informarse, reflexionar y conocer la realidad antes de lanzar cualquiera de ellas.

Febrero 2021, Siglo XXI. Estado Español