Un pekeño Trans llamado Carlos

Carlos es un chico Trans de 9 años de edad al que le encanta Goku, bailar los trompos como un maestro, dibujar y patinar; le gusta ir a la escuela y hacer amig@s, es tremendamente cariñoso y sociable. Carlos, a su corta edad, ha experimentado que ser Trans implica que su vida va a ser una lección de respeto para muchas personas, sabe que va a enseñar sin pretenderlo, a personas de todas las edades, cosas que aún desconocen. Sabe que su cuerpo, tanto como la sociedad en la que vive, va a ser su campo de mil batallas, transformaciones, logros y encrucijadas que, como cualquier guerrero que nace con una lucha, librara, liderará y liberará desde su propia vida. Carlos ya es consciente y lo comunica, que su identidad sexual es una y su cuerpo otro.

Mientras hemos compartido un almuerzo me ha lanzado, con los ojos vidriosos, una de sus manos directa al bigote y a la barba, y me ha preguntado «Marko, ¿esto como nos sale a nosotros?». Se le ha dibujado una sonrisa de oreja a oreja, como al que ve que un sueño no es solo sueño sino una realidad posible. Como nos ha sucedido a muchos, o a todos, cuando conocemos a un igual. Sabemos cómo le saldrá a todos los niños de nuestra edad, pero no a nosotros. Fue muy acertada, directa y clara la pregunta. Antes de ir a comer, paseando por una calle repleta de disfraces, mil máscaras, pitos, serpentinas, papelillos, buñuelos, matasuegras, músicos y personajes disfrazados como esculturas vivientes dirigidas a despertar la sorpresa, el asombro y las sonrisas a los que pasábamos; entre toda esta explosión de colores, fiesta y alegría callejera, Carlos me ha tirado del brazo hasta que bajase mi oreja a su altura para dirigirme la cabeza a un hombre que pasaba sin disfraz, y decirme al oido riéndose y feliz «Miraaaa, Marko!!! Mira, ese hombre tiene pechos!!! Jjjjajhajwjahaha». No pude evitar sonreír y decirle «Klaro!!».

No sé cuántas veces he hecho eso desde pequeño: buscar en otros hombres o niños las similitudes y diferencias corporales. Nuestros iguales en identidad. Nuestros padres, abuelos, tíos, hermanos, amigos, todos y cada uno han sido nuestros primeros encuentros con nuestras similitudes y nuestras diferencias corporales. A esa edad las personas Trans solo tenemos clara una cosa que no nos cuesta tanto aceptar o comprender como nuestro cuerpo: nuestra diferencia de identidad con la que nos dijeron al nacer y con la que nos identifican todos a nuestro alrededor por la generalización de nuestros cuerpos. Dan por hecho una identidad que no es así, eso lo sabemos.

Soy un hombre Trans de 34 años. Hasta los 30 años no comencé a pensar en mí, a dejar atrás lo que me rechazase y la opinión de los demás, incluida mi familia. Carlos, con 10 años, es un maestro en mi vida. Todo lo que yo y muchos compañeros Trans callan a mi edad por miedo, todo el sacrificio en vano que hice con mi vida por otras personas… y el coraje que él le pone, son actos de valentías que para mí son un ejemplo. A pesar de nuestras generaciones de diferencia, encontramos pequeños que son grandes hombres, que no han dudado ni sacrificado su identidad ante nada y en los que, por suerte, encontramos recíprocamente un confidente, una complicidad, un hombro donde nuestra fuerza Trans se recarga siempre, y nos hace decir siempre: adelanT, yo puedo, tú puedes!

Soy su cómplice, junto a su familia. Una familia, tengo que decir, de las de verdad, es decir, de las que quiere a todos sus hijos por igual, de las que le apoyan y le quieren y respetan como al que más. Somos los cómplices de las primeras experiencias que nos dan los patios de colegio, los parques de tu barrio, algunos familiares (no todos) y algunos psicólogos (que no todos, por suerte). Y ese apoyo, no menos ni más, es el único que necesitamos las personas Trans. Como el resto de seres humanos, estar en todas y no estar solos. Esa es la base de nuestra mayor resistencia, la primera y fundamental, la de nuestros hermanos, la de nuestros amigos, la de nuestros padres, como la de cualquier ser humano, la de nuestros compañeros de vida más cercanos. Gracias a la existencia de este pequeño Trans llamado Carlos!!! 😉

Marko MiWay