TALLERES HOMOLESBOTRANSFOBIA

TALLERES HOMOLESBOTRANSFOBIA

Trabajar la inclusión en las aulas, desde una perspectiva feminista, supone en ocasiones tener que re inventarte, siempre adaptarte y, sobre todo, entender que cada aula es un micromundo que nos va a colmar de aprendizajes. La evolución de las mentalidades no suele ser acorde a las leyes, pues éstas, que son imprescindibles y que impulsan dicha evolución, no van parejas.

El año pasado, tuve el placer de desarrollar talleres en el nivel de sexto de primaria de algunos colegios de Puerto de Sagunto. Los talleres, enmarcados en el Programa Irene (Programa de Ministerio que desarrolla el Área de Juventud del Ayuntamiento de Sagunto) para la prevención de la violencia sexual, iban orientados a informar y prevenir, es decir, evitar que suceda un hecho. Esas niñas y niños, de entre 11 y 12 años, se mostraban mayoritariamente receptivxs a las cuestiones que les iba planteando. Se crearon debates interesantes y pude comprobar cómo el discurso políticamente correcto se lo habían aprendido antes de mi llegada. Otra cosa bien distinta era cómo respondían en la práctica en cuanto a las creencias y percepciones que tenían en torno la violencia que se ejerce contra las mujeres, en concreto la sexual.

Cierto es que en una hora de sesión no se puede cambiar todo un universo de dogmas y prejuicios heredados de una sociedad patriarcal, pero yo, optimista por naturaleza, estoy convencida de que se siembra un granito cada vez que de una forma divertida y cooperativa propicias esos cambios. Cada intervención supone que, al menos, parte de ese alumnado, se encuentre más liberado, más crítico con aquellos discursos que restringen las libertades de los colectivos más vulnerables: en este caso el de las niñas, chicas, mujeres.

Este año, el Área de Juventud, plantea en torno al tema “Expulsiones” diferentes acciones, entre ellas la intervención directa en aulas de 1º y 2º de ESO, para incidir en otra violencia concreta, propiciada también por una sociedad y cultura patriarcal, heteronormativa y heterosexista: la homolesbotransfobia en la infancia y la adolescencia.

Tras semanas de intensas lecturas, de búsquedas de materiales específicos y creación de dinámicas atractivas para el alumnado, entro a las aulas. Allí me encuentro a parte de ese alumnado, que hace sólo unos meses eran niñxs: ahora son adolescentes. Planteo, para empezar, una lluvia de ideas sobre todas aquellas creencias, chistes, palabras que hemos escuchado alguna vez en torno a la palabra transexual. Asisto a la desinformación, a palabras que agreden. Escucho la violencia que, todavía, en pleno siglo XXI y en una España que alardea de democrática y diversa, tienen que vivir las niñas y niños trans en sus entornos escolares por parte de sus compañeras/os por no encajar en el rígido esquema que nos viene dado. Observo y dejo que fluya la espontaneidad antes de empezar con dinámicas informativas, para saber de qué base parto.

El alumnado confunde tres cuestiones básicamente:

¿Qué me gusta hacer, cómo me gusta vestir, cómo me comporto, cómo me comunico y cómo expreso mis emociones en base al sexo biológico? (estereotipos de género)

¿Quién siento que soy? (identidad de género)

¿Por quién me siento atraidx sexual, erótica y amorosamente (si es que me sucede)? (orientación sexual)

Si tienes entre 3 y 18 años y la respuesta a alguna de estas tres cuestiones no va vinculada directamente a la heteronormatividad y a la feminidad y masculinidad hegemónicas… tienes un problema. En realidad el problema lo tenemos todxs como sociedad pero las consecuencias directas las padecen lxs menores.Algunas de sus aportaciones tienen que ver con la desinformación, otras con la violencia directamente: bollera, marica, travelo, enfermx, travesti, pierdes aceite, come-pollas, mujer/hombre atrapadx en otro cuerpo, marimacho, maricón, desviadxs, fallo de la naturaleza…

Últimos estudios nos indican que el 60% de menores lesbianas, gays, bisexuales y transexuales han intentado suicidarse en alguna ocasión. Casi el 100% sufre, o ha sufrido, acoso escolar.

Cuando trabajo con ellas y ellos la deconstrucción del Mito del Amor Romántico es habitual que cuenten en voz alta anécdotas sobre novios (ellas), sobre novias (ellos). Otras veces hablan del amor en general sin referirse a alguien en concreto. La tendencia es la participación en primera persona (se nombre o no al sexo/género del ser amado). Curioso que en ninguna de las aulas en las que he estado hayan chicas o chicos cuya orientación o identidad de género altere la norma. Obviamente esto no es posible sólo por probabilidad, con lo que la invisibilidad es un hecho. A ver quién se atreve a decir en un contexto de agresión, de chistes, de mofas, de ridiculizaciones… que tú eres ese o esa.

Conmigo ha estado en algunas sesiones Eva, una mujer valiente que forma parte de Chrysallis (Asociación de familias de menores transexuales). Eva es la orgullosa madre de Dylan, un niño valiente al que le asignaron un sexo al nacer que nunca sintió. El primer niño que en España tiene reconocido en su DNI su nombre y género sentido. Un niño que ha sufrido mucho en la escuela y que ha tenido la suerte de tener una familia que acepta y respeta su identidad de género (estoy escribiendo esto y pensando ¿cómo va a ser que no? ¿cómo no lo iban a aceptar? Y me toca recordarme a mí misma que la realidad es que hay muchas familias que no lo aceptan, lo penalizan y son parte del origen del sufrimiento de sus hijxs). Ella les ha contado el proceso por el que pasó su hijo, la violencia institucional, la violencia psicológica (directa e indirecta) que ha tenido que padecer, la violencia médica… Pero también les ha hablado de respeto, de felicidad, de compañerismo, de libertad, de tolerancia, de amor, de autoestima, de decisión, de valentía, de generosidad. Todxs tenían algo que preguntarle a Eva y ella, armada de valor y coraje, ha ido respondiendo a sus dudas cuando tenía la respuesta. Me quedo con muchos momentos vividos a su lado estos días pero en especial quiero destacar el momento en el que una alumna le preguntó algo que nunca se me había ocurrido preguntarle: ¿Por qué tu hijo eligió llamarse Dylan? Y ella le contesto que estaba entre varios nombres que tenía anotados en una lista pero que finalmente se dicidió por ese porque significa Lealtad. “Quiero ser una persona leal a sí misma siempre”, le dijo Dylan a sus padres. Con doce años. No puedo decir mucho más que no estés pensando tú que estás leyendo esto. Simplemente grandioso.

Tras las dinámicas informativas, tras mostrarles otras realidades, después de trabajar desde la empatía analizamos juntxs cuánto de poderosxs son. Me gusta que lo sepan, decirles el enorme poder que tienen como grupo: tenéis el poder de hundir a alguien pero tenéis también el enorme poder de posicionaros, de dar la cara, de pedir ayuda para ese/esa  compañerx que es diana de burlas, de mostrar apoyo, de acompañar en el proceso… porque a veces no tenemos la solución sino que, sin saberlo, somos parte de la solución.