No quisiera reventar el final de ‘Turning’, documental de la gira que hace años Antony Hegarty y el artista visual Charlie Atlas realizaron junto a un grupo de excepcionales mujeres. Me conmovió especialmente la modelo Joey Gabriel, quien evocaba su niñez callejera en 1976, el despertar de una identidad sexual distinta, que superaba la dualidad hombre-mujer. «Quería importar a los demás, no ser juzgada, quería ser hermosa», cuenta la accidental protagonista escénica de ‘Hope There’s Someone’, una llamada a la aceptación que difícilmente se hace hueco en nuestras sociedades, tendentes a lo que los teóricos ‘queer’ denominan binarismo y normatividad sexual. Recientemente he tenido el placer, en ‘Los viernes de la UNED’, de escuchar al antropólogo Juan Gavilán hablar sobre transexualidad y dualidad de género. El profesor insiste en que los recuerdos infantiles son una constante en los testimonios vitales trans. Los menores tienen conciencia de su singularidad, y por tanto de su género e identidad, a muy tierna edad.
La transfobia es una realidad penosa, pese a los felices avances legislativos para la comunidad LGTTB en España. Es un prejuicio gigante alegar que la convivencia con la menor transexual (transgénero, para ser más exactos) pudiera ser dañina para sus compañeros en San Patricio. Y no tengo voluntad de juzgar a esos padres: quizá sea hora de hacer algo de pedagogía con respecto al individuo transexual (cuya identidad mental es incompatible con el sexo de nacimiento), las personas transgénero (que asumen los dos géneros), o la intersexualidad (en la que alguien puede llegar a albergar órganos femeninos y masculinos en su cuerpo; Alemania la reconoció este verano como ‘tercer género’). La ‘medicalización’ del fenómeno oculta su dimensión social y política, que ya señalara Michel Foucault. Su visibilidad. En este sentido, la administración debe ser firme y no aceptar parches por parte de los centros religiosos concertados. Reconocer la identidad de estos niños les proveerá de mayor fuerza, les hará ser invencibles dentro de su vulnerabilidad de partida. Tal es la fuerza moral del espectro femenino que aparece en ‘Turning’.
Diario Sur (Isabel Guerrero)