En Infobae Docs, los testimonios y los sentimientos de jóvenes cuya identidad autopercibida no se ajusta únicamente al universo femenino o al masculino, sino que atraviesa varias vivencias personales de género.
Vivimos en un mundo donde se ha consolidado una construcción filosófica, histórica, social, cultural y política que es el binarismo. En el plano del género, esa construcción binaria se manifiesta en el par masculino-femenino. Y ese binarismo nos ha inducido a una conclusión equivocada: que sólo existen esos dos géneros.
Esto se da porque cuando nacemos se nos asigna un sexo de acuerdo a nuestros genitales, estableciendo una correspondencia supuestamente «objetiva» entre nuestra anatomía (pene y vagina) y el género (lo que entendemos como masculino y femenino). Pero sexo y género no son lo mismo.
En un sentido general, por sexo entendemos las características anatómicas y biológicas que están relacionadas con lo que creemos que es un varón y una mujer. Y cuando nos referimos a género hablamos de una construcción cultural, histórica y situada (y por lo tanto arbitraria), sobre la base de los sexos. Por ejemplo, se define a las personas cis como aquellas cuya identidad de género coincide con el sexo asignado al nacer y a las personas trans como aquellas que se identifican con un género distinto al sexo que les asignaron cuando nacieron.
Según Lucía Ciccia, doctora en Estudios de Género, licenciada en Biotecnología e Investigadora asociada de CIEG-UNAM (Centro de Investigaciones y de Estudios de Género de la Universidad Nacional de México), «que el discurso científico hegemónico trate los conceptos se sexo y género de manera equivalente es el resultado de reproducir un sistema de valores normativos sobre los cuerpos. Esto significa que para ese tipo de discurso, a cierta genitalidad (por ejemplo vagina), le correspondería unívocamente un determinado género (femenino), que implicaría una orientación sexual (que te atraiga el «sexo opuesto», ya que lo heterosexual se nos presenta como «normal»), una identidad de género (es decir, que «debería ser cis») y determinadas conductas (como por ejemplo, jugar con muñecas)». Sin embargo, afirma Lucía, «no existe ningún tipo de genitalidad capaz determinar un género».
Otra característica del par masculino-femenino es que se nos presenta como exclusivo y excluyente. Es decir, pareciera que no se puede ser los dos al mismo tiempo y que no existe nada por fuera de estas categorías. Pero en realidad, el par masculino-femenino no es ni exclusivo ni excluyente.
Por fuera del binarismo de género están las personas que no se identifican ni con lo masculino ni con lo femenino. Se identifican como no binarias. Allí se ubican, entre otres, quienes se definen como de género fluido.
Mariángel Magaquian vive en Córdoba Capital, tiene 29 años y trabaja como responsable de comunicaciones en una empresa. Se autopercibe como de género fluido y sostiene que «el género fluido es poder pasar de ser hombre a mujer y de mujer a hombre. Es poder fluctuar en ambos espacios».
SaSa Testa, autor de la primera autobiografía de una persona de género fluido, Soy Sabrina, Soy Santiago. Género fluido y nuevas identidades, sostiene que una persona con esa identificación «es alguien cuya identidad autopercibida no se ajusta únicamente al universo femenino o al masculino, sino que atraviesa varias vivencias personales de género».
Hay personas de género fluido que prefieren que se refieran a ellos con pronombres en masculino y otras en femenino. Pero todes coinciden en que lo que mejor les hace sentir es el lenguaje inclusivo.
Añush Grati tiene 23 años y también se autopercibe como de género fluido. «A mí me pasa mucho de que si me están hablando en masculino o femenino, no reacciono porque me acostumbré a que me llamen elle. El neutro es donde más como cómode me siento«, dice.
Con la difusión de esta noticia sobre Gero Caro, y atendiendo a una demanda impulsada desde hace tiempo por la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), a fin del año pasado la diputada del Movimiento Evita de Río Negro Silvia Horne presentó un proyecto de ley para eliminar la categoría sexo de los DNI.
Mientras tanto, cada vez más personas se acercan a especialistas para despejar inquietudes. El doctor Adrián Helien (matrícula nacional 66.698) es coordinador de Salud Transgénero del Hospital Durand y afirma que en el último tiempo «crecieron notablemente las consultas sobre géneros no binarios por parte de adolescentes y adultos jóvenes, transformándose además este tipo de consultas en las más frecuentes de todas en cuanto a dudas sobre identidades y pedidos de asesoramiento de quienes se acercan al hospital».
Helien resalta además que es importante entender la diferencia entre la identidad sexual, «que es una autodefinición acerca de quién soy yo» y la orientación sexual, «que es quien me conmueve, excita o atrae desde el punto de vista erótico y es una definición vincular, es con otre/s». Es decir, una persona se puede autodefinir dentro del no binarismo pero en cuanto a su orientación sexual puede ser hetero, homo, bi o pansexual por ejemplo.
«Todo esto está produciendo un profundo cambio en la atención de la salud. Lo más importante es escuchar a las personas y preguntarles cómo se autodefinen y cuál consideran ellas mismas que es su orientación sexual», sostiene Helien.
Por más que el binarismo siga siendo la norma, la realidad está demostrando que hay más por fuera de esa construcción para sorpresa de muchos. Entre risas, Mariangel Magaquian cuenta que por lo general la primera reacción de alguien a la que le cuenta que ella es de género no fluido es decir «¿cuántos géneros van a inventar?». Al respecto, concluye: «No inventamos nada. Esto existía. Sólo que ahora tiene nombre. Ahora lo podemos decir y antes no».