“Mis hijos no ven problema en que Lucía tenga pene”

La madre guipuzcoana de la primera niña del Estado a la que la Justicia cambió su nombre por motivos de transexualidad defiende que “los menores existen por encima de ideologías”

DONOSTIA– Cumplió seis años en diciembre, y sigue siendo la misma niña que lanzó aquella frase. “Quiero que en el cole me llamen Lucía, estoy preparada para las burlas”. Fue uno de los titulares destacados entonces, cuando esta pequeña de Asteasu vio cumplido el deseo de que la Justicia reconociera su cambio de nombre, conviertiéndose en la primera menor del Estado. Hoy en día hace vida normal como cualquier otra escolar, rodeada de sus amigas de siempre. Los niños, como dice su madre, son lienzos en blanco que no tienen prejuicio alguno, algo que cambia con la edad.

Lucía no ha oído hablar del autobús de la plataforma ultracatólica Hazte Oír rotulado con mensajes contra la transexualidad infantil. El autocar, que tenía previsto recorrer diferentes ciudades del Estado, ha sido paralizado, y la Justicia tendrá ahora que decidir el futuro del vehículo con eslóganes transfóbicos, que sigue en un aparcamiento de Madrid, después de que la Fiscalía Provincial haya pedido que se le prohíba circular y se le inmovilice de forma cautelar.

Distintos partidos y ayuntamientos vascos han reclamado que el autobús “tránsfobo” no acuda a Euskadi entre el 7 y el 12 de marzo como tenía previsto.

El Juzgado de Primera Instancia número 42 de Madrid, en funciones de guardia, tendrá que dilucidar si, como cree el fiscal, existe “riesgo de perpetuación de la comisión del delito”, de “alteración de la paz pública” y de creación “de un sentimiento de inseguridad o temor entre las personas” por su orientación sexual, sobre todo entre los menores, a los que se dirigen los mensajes del vehículo.

Entretanto, Lucía acudirá mañana a la ikastola como siempre. En su entorno no existe ningún problema. Su comportamiento y su forma de vestir ha seguido el mismo patrón durante el último año, nuevamente, ajena a cualquier prejuicio. Lo único que ha cambiado es su nombre. “Ningún amigo del colegio se extrañó, y ella siguió comportándose como siempre lo había hecho. Fue ella misma la que a una edad muy temprana lo verbalizó: ama, ¿aunque tenga pene puedo ser una niña?”, recordaba ayer en declaraciones a este periódico su madre, Abi Labaien.

CUSTODIADO EN LA COCHERA

La naturalidad con la que esta niña vive en el seno del hogar familiar de Asteasu contrasta con la indignación que suscita estos días ese autobús que sigue custodiado en una cochera, con lemas como Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre o Si eres mujer, seguirás siéndolo.

Detrás de esta campaña se sitúa el grupo ultracatólico más activo en España, fundado en 2001 como respuesta a las protestas ciudadanas contra el Gobierno de Aznar. La plataforma se alza como defensora de la vida, la familia y la libertad, y casi siempre le acompaña la polémica, alimentada por su carácter ultraconservador.

HazteOír asegura no recibir “ni un euro” de administraciones públicas o grupos políticos, y el 100% de sus recursos proviene de las cuotas de los socios y las aportaciones de los donantes. Según su Memoria de 2015, cuenta con 6.974 socios y 553.167 miembros. Cerró ese año con un saldo positivo de 32.839 euros.

Es una de las realidades que se va a encontrar Lucía en su vida, como bien sabe su madre, a la que le gusta siempre hablar claro en casa. “Mira Lucía, -le suele decir- la vida es así, para ti y para tus hermanos. Siempre nos vamos a encontrar con gente que nos quiera más y nos quiera menos. Es nuestra labor darnos cuenta de qué personas nos aportan, y rodearnos de ellas”.

Esta familia guipuzcoana es una de las cuarenta que actualmente integra la asociación de menores transexuales Chrysallis. No quieren sobreproteger a sus hijos. “Les intentamos hacer ver que en ese aspecto ella es diferente, pero que todos tenemos algo diferente. Ellos lo asumen y saben que la vida es así para todos, que lo equivocado no es el sexo, sino la mirada de la sociedad”.

Hay días en los que Lucía llega a casa y se pone a llorar porque alguien le ha dicho que es chico. La pequeña encuentra siempre en sus padres el bálsamo de la palabra. El mayor, Bingent, va a hacer nueve años. Sus hermano Karan ya ha cumplido 7, Lucía tiene seis y Kerman 4. Los padres les hablan mucho sobre diversidad, pero les mantienen al margen de la actividad de la asociación. “Nunca nos ha gustado hacerles partícipes, y menos en este caso polémico. Si queremos que vivan su infancia lo más normal posible, no podemos estar hablándoles de la lucha que se libra”, cuenta Labaien. “El mayor sí se va enterar del autobús fletado por el grupo ultra. En casa hablamos mucho de lo que es la transexualidad, aunque nunca en clave de conflicto. El mayor lo va a saber, pero él mismo lo dice: “¿Por qué todas estas luchas? Si Lucía no hace daño a nadie…”. Para sus hermanos es un sufrimiento añadido. “Ellos no tienen ningún problema en que Lucía tenga pene. De hecho, el mayor suele comentar que tampoco sabe lo que tendrá el vecino, es algo que en casa está muy asumido”.

Lo ocurrido hace un año fue para la pequeña un motivo de alegría, aunque también de revuelo en su día a día. Cuando Lucía saltó a los medios de comunicación, sus padres le decían que no era muy habitual que hubiera niñas con pene y niños con vulva, que no era nada fácil cambiar el nombre en el Registro Civil, pero que por eso merecía la pena, para ayudar a más niños.

Según datos facilitados por la asociación, en Euskal Herria hay 40 familias inscritas, cuando hace dos años tan solo eran ocho. En el Estado son ya más de 450. Se calcula que hay una prevalencia de un caso por cada mil, por lo que “todavía hay 350 menores de los que no tenemos constancia, bien porque no lo saben en casa, o por diferentes motivos”.

La Asociación Chrysallis Euskal Herria dice que no quiere entrar en ningún guerra, y que solo se han propuesto sacar a la calle una realidad. “Nuestros hijos existen por encima de las ideologías”, defienden las portavoces de la asociación, que entienden que cuanta más información exista, mayor aceptación va a tener un menor transexual.

UNA DIVERSIDAD MÁS

La madre de Lucía reconoce que hace dos años no sabía nada de transexualidad, algo que asociaba con la vida adulta, e incluso con prejuicios. “Cuando te vas informando y descubres que es una diversidad más, tienes dos opciones: entenderla o no. El problema es cuando sales a la calle directamente a insultar y ocasionar un daño gratuito. La intención de esta plataforma es ir de colegio en colegio, y eso ya me parece que es pasarse de rosca”. La asociación sabe que el autobús fletado por la plataforma ultracatólica es una respuesta a la campaña que lanzaron el pasado mes de enero en Euskadi y Navarra para dar visibilidad a los niños transexuales con carteles en marquesinas de paradas de autobuses con el lema Hay niñas con pene y niños con vulva. “Simplemente expusimos una realidad, y ellos la niegan. No hay más ciego que el que no quiere ver. Ellos tendrán dinero, pero nosotros tenemos otra cosa más importante: el amor y respecto incondicional a nuestros hijos, y ante eso no nos van a parar”.