Al menos tres menores reciben tratamiento en Asturias.
Sofía nunca jugó a las casitas ni a las muñecas. Con apenas dos años prefería ser un superhéroe. Le gustaba mucho Spiderman y más aún el caballero oscuro de Batman. Nada extraño. Ocurre a menudo. No todas las chicas juegan a las muñecas ni todos los chicos persiguen un balón. Bastante menos habitual era que en sus dibujos Sofía siempre se representaba como un niño varón; en el recreo prefería la compañía de los chicos y, si había que jugar a los colegios, elegía siempre el papel de maestro, no de maestra. Sofía desapareció pronto, quizá porque nunca llegó a ser. Hoy es David, quien siempre supo que era y, a sus ocho años, es un niño feliz, que vive con su familia, en Albacete. Para él y sus padres ya ha terminado lo peor. Tan solo una orla de su paso por Educación Infantil, cuando todavía se llamaba Sofía, es testigo mudo de todo su sufrimiento.
Otros niños como David realizan la misma transición en distintos puntos de España. En Asturias, al menos, tres menores transexuales reciben atención integral en la Unidad de Identidad Sexual de Hospital de San Agustín. Son, en los tres casos, transexuales femeninos –nacidos con órganos sexuales masculinos, pero con la certeza de ser mujeres–. Lo explica Eva Witt, madre de David y presidenta nacional de Chrysallis, asociación de familias de menores transexuales.
Witt sabe bien de lo que habla. Las tres adolescentes que están siendo tratadas en Asturias son solo la punta del iceberg.
La estadística sobre la prevalencia de menores transexuales no para de actualizarse y siempre lo hace al alza. El Hospital Clinic, que cuenta con la única unidad especializada en prepúberes de España, estima ya que uno de cada mil bebés nace en un sexo equivocado.
Las tres adolescentes transexuales de las que se tiene constancia en Asturias ya no son prepúberes. Tienen 13, 15 y una de ellas ha cumplido ya los 18 años. Tienen además la suerte, señala la presidenta de la asociación, de haber caído en una unidad, la del San Agustín, que es “de lo mejorcito de España”.
No siempre es así. La mayoría de las familias con hijos transexuales han pasado un auténtico calvario. Negación de problema, Falta de información, ausencia de ayuda, consejos contradictorios, incomprensión del entorno…
David y su familia son un buen ejemplo. Eva, su madre, se dio cuenta pronto de que Sofía era una niña muy masculinizada. “Se lo decía a mi marido. Hazte a la cuenta de que tienes una hija lesbiana”, señala. Eva hace hincapié en que ése es precisamente otro de los errores en los que con frecuencia caen las familias de menores transexuales. Creen que su hijo puede ser gay o lesbiana, pero no transexual. “Mi hijo tenía melena y cuando andaba con sus compañeros parecía que llevaba un disfraz de enfermera por carnaval. Caminaba como un gorila, andaba como un chico pese a su melena de chica”, recuerda su madre.
En el cole, con seis años ya decía que era un chico
“En el cole, con seis años ya decía que era un chico. Sus compañeros le bajaron una vez los pantalones para ver si tenía pito porque todos decían que era un niño”, añade.
Chrysallis nació de pura necesidad en julio del pasado año. Entonces integraban la asociación apenas un puñado de 20 familias. Hoy superan el centenar y el número no para de crecer. Los niños y niñas transexuales y sus familias necesitan ayuda. Y la necesitan porque el proceso es complejo y, a menudo, se sienten solos. Cada semana una o dos familias recalan en la asociación, en muchos casos, de forma desesperada.
Eva señala que en el camino de la aceptación padres e hijos deben ir de la mano. Los niños recorren el suyo. “Si el menor es fuerte y el entorno es amigable, reivindicará su identidad y todo irá bien. Si es débil y el entorno es agresivo, negará su identidad hasta que más adelante termine por imponerse”, señala.
También los padres deben avanzar su camino. “Cuesta dar el paso. Hay que anteponer la felicidad de niño al miedo a equivocarse”, puntualiza. Y añade: “Al principio, no le haces caso, miras para otro lado. Es un juego, se le pasará, piensas. Pero luego ves que está triste, no se adapta o se vuelve agresivo y es entonces cuando ya no puedes mirar para otro lado».
«El problema se soluciona cuando tu hijo es feliz, el resto es palabrería»
Comienza así una larga travesía por todo tipo de especialistas. Primero, al pediatra; luego, del pediatra al psicólogo; del psicólogo a psiquiatra; de nuevo, a psicólogo. Y ahí ya todo depende de con quién topes. “Los psicólogos no han dado ni un párrafo de identidad de género en la carrera. Puedes tener suerte pero lo normal es que no tengan ni idea. Es pequeño déjelo, te dicen”. Y entonces vuelta a empezar. Otro psicólogo, más información, internet… “El problema se soluciona cuando tu hijo es feliz, el resto es palabrería”, comenta la presidenta de la asociación.
El viaje no acaba ahí. Mi hijo es transexual, vale, y qué hago. La presidenta de Chrysallis subraya que existen protocolos de actuación internacionales que en España no se respetan. Holanda es un país pionero. Una vez más todo depende de la suerte. Hay comunidades con profesionales estupendos y otras con profesionales menos buenos. “Asturias, por lo que tengo entendido, es de lo mejorcito”, comenta Eva Witt.
La Unidad de Transexualidad e Identidad de Género del San Agustín no ha tenido que bregar, sin embargo, con uno de los temas que más preocupa a los padres de niños transexuales. El uso de bloqueadores hormonales, un sistema que evita la aparición de los caracteres sexuales secundarios, está recomendado, pero algunas unidades lo rechazan. En Asturias, sin embargo, según esta asociación, las menores atendidas ya no eran prepúberes por lo que no se ha planteado el problema.
“Yo aconsejo poner los bloqueadores y esperar”, comenta Eva Witt. El tratamiento además es reversible y permite dar tiempo para que los adolescentes decidan sin presiones si continúan o no. El siguiente paso es la utilización de terapia hormonal, con estrógenos o testosterona, a partir de los 16 años, para potenciar los caracteres femeninos o masculinos. El último, que no tiene por qué llegar, es la reconstrucción genital. Sólo una orden judicial permite hacerlo antes de los 18. La cirugía, con todo, no es un recurso frecuente. Se estima que solo el 30% de las mujeres transexuales dan este paso frente 7% de los hombres. “La sociedad parece indicar que la secuencia lógica es psicólogo, endocrino y cirujano y no tiene por qué ser así”, señala la presidenta nacional.
David ya ha cubierto parte del camino. “Con 5 años lo lleve al psicólogo y al psiquiatra porque tenía problemas en el colegio y le diagnosticaron déficit de atención; empezó con tics, pesadillas, volvió a hacerse pipí. Y no nos sabían decir qué ocurría”, comenta su madre. “Cuando hicimos la transición y lo empezamos a tratar, mejoró la notas, dejó de tener pesadillas, de orinarse en la cama”, añade. De una u otra manera, la mayoría de los niños transexuales han pasado por eso.
Pero el tratamiento médico no lo es todo. En paralelo, es necesaria una labor de concienciación social y el colegio es un buen medio para llevarla a cabo. “Los compañeros de los niños transexuales lo toman con más naturalidad que sus padres”, indica la presidenta de Chrysallis.
Los niños no nacen como una hoja en blanco, nacen siendo transexuales
La asociación aconseja siempre, antes de dar el paso, informar al equipo docente y a las familias de los alumnos. “El primer día están expectantes, que si la ropa, que si tal. Al tercero ya se les pasa. Son tres días de cuchicheos y ya está. Llama más la atención un niño muy femenino que una niña muy femenina”, subraya.
Cuando a Eva Witt, que ha visto ya a tantas familias, se le pregunta por lo más difícil de esta transición lo tiene claro. “La dificultad máxima es que tenemos una idea equivocada de la transexualidad. Los niños no nacen como una hoja en blanco. Nacen siendo transexuales”. Todos los problemas con los psicólogos, la familia, los médicos, los colegios vienen de ahí, de ese error. “¿Tú desde cuándo sabes que eres chico?», me pregunta. «¿Desde siempre?, pues ellos, también”.
Fuente: asturias24 (Pablo Zariquiegui)