El escritor y antropólogo Juan Gavilán aboga por una norma de ámbito estatal y por la facilitación del proceso de cambio de nombre y género en la documentación de los menores.
Extracto del artículo publicado en LA RAZÓN 18 de septiembre de 2016. 12:18h
La desconocida realidad de la transexualidad en la infancia, niños y niñas que no se sienten identificados con su género, se hace visible en el libro «Infancia y transexualidad», que el escritor y antropólogo Juan Gavilán publicará en octubre.
«Mi libro se basa en las conversaciones y narraciones de madres de niños transexuales sobre el fenómeno que se ha producido en sus familias», explica a Efe Gavilán, quien piensa que era «necesario» acercarse al tema de la transexualidad en la infancia desde un punto de vista sociológico y cultural.
El libro se incubó a finales del 2013, cuando salen a la luz pública en Málaga los problemas de varias familias de menores transexuales en colegios, como el caso de Gabriela, una niña que tuvo que dejar a los 7 años una escuela concertada que no reconocía su identidad femenina y no le permitía usar los baños ni vestir el uniforme correspondiente al género que siente.
A lo largo de 250 páginas, Gavilán desvela historias de niños transexuales españoles y extranjeros relatadas por sus madres durante conversaciones privadas, enviadas mediante correos electrónicos o publicadas en medios de comunicación.
El antropólogo destaca cómo ahora, a diferencia del pasado, las familias de niños transexuales están decidiendo apoyar y acompañar a sus hijos transexuales y creando asociaciones de familiares de niños que no se sienten identificados con su sexo, lo que considera un «cambio histórico» de «carácter revolucionario».
Gavilán cree que el cambio de mentalidad de la sociedad, «más abierta respecto a la identidad sexual», influyó en que algunas madres «dieran un golpe en la mesa y decidieran que no podían seguir tolerando la infelicidad de sus hijos».
El libro hace una crítica al discurso biomédico que define la transexualidad como una «patología, disforia o incongruencia de género» y más bien la describe como una realidad «biológica, social y cultural» para «dar a conocer el fenómeno en su verdadera dimensión».
Sobre el público al que se dirige el libro, Gavilán considera que su «ensayo filosófico y antropológico» puede ser de utilidad para médicos, profesores, psicólogos y familiares de niños transexuales.
Son muchos los psicólogos que trabajan en las Unidades de Identidad de Género de los hospitales «que no creen a la madres» y les piden que tengan paciencia y esperen, sostiene el escritor, quien alerta sobre los peligros que, a su juicio, conlleva reprimir la identidad sexual de los menores.
El antropólogo destaca la similitud de los procesos de desarrollo de la transexualidad infantil en las distintas familias donde menores a edades tempranas «se rebelan contra el proceso socializador y de aculturación y afirman soy un niño o soy una niña» según el género que sientan propio.
En «Infancia y transexualidad», publicado por la editorial Catarata, se alude a un texto escrito por un niño transexual de 8 años que asegura rotundo que «nada» le «quita» de ser un niño, «digan lo que digan», aunque «se metan conmigo y me pregunten lo que tengo entre las piernas» porque «da igual lo que tengas entre las piernas, eso no te quita ser un niño o una niña».
«¿Cómo vamos a seguir pensando que es necesario evaluar y diagnosticar a estos niños?», se pregunta Gavilán, quien subraya que «es la persona la que debe decidir sobre su identidad».
Sobre el respeto en los colegios a los niños transexuales, Gavilán asegura que las distintas asociaciones de familiares de menores «están logrando que los acepten tal y como se sienten» y agrega que en las Facultades de Ciencias de la Educación se está empezando a formar a los futuros profesores para dotarles de herramientas suficientes en este sentido.
Aunque las comunidades autónomas tienen o están adoptando leyes para proteger los derechos de los niños transexuales -el Parlamento andaluz aprobó una Ley Integral en junio de 2014-, Gavilán aboga además por una norma de ámbito estatal y por la facilitación del proceso de cambio de nombre y género en la documentación de los menores.