Exámenes psiquiátricos y preguntas íntimas: las trabas para cambiar de género en Europa

La primera mujer política abiertamente transexual de Alemania ha pedido la abolición de la Transsexuellengesetz («ley sobre transexuales») del país, que ella describe como degradante.

Fuente: Euronews. | Anne Fleischmann

Tessa Gansererer, que es diputada del parlamento bávaro como miembro de la Alianza 90/Partido de los Verdes, todavía no ha conseguido que se reconozca oficialmente su cambio de género.

La ley de 1981 del país estipula que quienes deseen cambiar su nombre y género deben hablar con especialistas en psicología y una persona jueza.

«No creo que ningún ser humano, ningún estado y ciertamente ningún tribunal tenga derecho a determinar el sexo de otro ser humano», dijo Ganserer a la agencia de noticias DPA.

En muchos países europeos, las personas que no se identifican con el sexo que le adjudicaron al nacer deben tener un diagnóstico de salud mental para que sus registros oficiales sean cambiados.

Esto, según Transgender Europe (TGEU), «viola el derecho de cada persona a determinar su propia identidad sexual». El sitio web advirtió que un diagnóstico obligatorio «estigmatizará, excluirá y discriminará aún más a las personas».

Cianán Russell, un alto funcionario de políticas de ILGA-Europa, una asociación internacional LGBT, dijo a Euronews que «los exámenes médicos y psiquiátricos forzados pueden clasificarse como tortura o trato inhumano».

«Como ocurre con todas las violaciones de los derechos humanos, las consecuencias individuales varían de una persona a otra, por lo que no es posible dar una respuesta general a esta pregunta», agregaron. «Sin embargo, lo más importante a tener en cuenta es que todos los exámenes médicos y psiquiátricos forzados representan una violación de los derechos humanos fundamentales de la persona».

En Europa, 33 países exigen un diagnóstico de salud mental antes de poder adaptar los documentos de identidad, y se muestran en rojo en el siguiente mapa.

Los países en los que esto no es obligatorio se marcan en azul y los países que no ofrecen procedimientos fiables de reconocimiento de género se muestran en gris.

Dos ejemplos europeos

El Reino Unido

En el Reino Unido, las personas tienen que solicitar un certificado de reconocimiento de género que pueden obtener los mayores de 18 años en tres situaciones diferentes y con un coste de £140 (151€).

Escenario 1: Deben ser diagnosticadas con «disforia de género», que se define como «una persona que siente malestar porque su género no coincide con el cuerpo en el que nacieron». Deben haber vivido en su «nuevo género adquirido» durante al menos dos años y tener la intención de conservarlo durante el resto de su vida.

Esto significa que las personas transexuales deben, por ejemplo, demostrar con documentos oficiales como el pasaporte, el permiso de conducir o las nóminas que ya han cambiado su nombre.

Situación 2: Si viven en un matrimonio protegido o en una unión civil protegida en Inglaterra, Gales o Escocia, además de los criterios anteriores, deben demostrar que han vivido en su «género adquirido» durante seis años.

Escenario 3: La tercera ruta es válida si el «sexo adquirido» de una persona ha sido aceptado legalmente en un país o territorio aprobado y tiene documentos que lo prueben.

Grecia

En Grecia, una persona puede cambiar su género registrado bajo las siguientes condiciones:

La persona interesada debe tener 18 años de edad, de lo contrario, necesita el consentimiento de sus progenitores.

Si son menores de 17 años pero mayores de 15, un comité interdisciplinario adicional debe estar de acuerdo con el cambio. Este comité debe estar compuesto por especialistas en Psiquiatría pediátrica, Psiquiatría, Endocrinología, Cirugía pediátrica, Psicología, Trabajo social y Pediatría.

Además, las personas transexuales que deseen cambiar de género no pueden casarse.

En Grecia no es necesario el diagnóstico médico de la salud mental de una persona, pero debe explicar los motivos de su decisión personalmente a un tribunal.

Un cambio que sale caro

Lukas vive en Alemania y fue inscrito como mujer al nacer. Ha contado a Euronews su experiencia de haber cambiado oficialmente de nombre y de sexo.

En primer lugar, presentó una solicitud oficiosa a un tribunal para estimar el costo de las actuaciones. Luego tuvo que hacer un pago inicial y se nombraron dos personas independientes expertas en Psicología.

«Todo esto es muy caro», dice Lukas. «Este proceso cuesta aproximadamente 4.000 euros.»

La asistencia legal es generalmente buena, dijo, pero señaló que se basa en el ingreso familiar, así que si les progenitores de alguien ganan suficiente dinero pero no están de acuerdo con que su descendencia quiera cambiar de sexo, lo más probable es que no pueda pagar el juicio.

Las personas menores de 18 años necesitan el permiso de quien obstenta la tutoría legal. Mientras que en algunos estados federados o ciudades alemanas usted puede presentar sus propias personas expertas, estas son a menudo determinadas por el tribunal.

Gansererer no pasó por el procedimiento de cambiar oficialmente su nombre y sexo. «No me presentaré ante un tribunal para aguantar las preguntas personales más íntimas sobre mis experiencias en la infancia, mis preferencias sexuales y mis parejas para que pueda decidir si soy el hombre que siempre he sido», dijo.

En las sesiones del parlamento bávaro se muestra el nombre de pila que se le dio al nacer.

Ser transexual ya no está en la lista de la OMS de «enfermedades mentales»

La Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó los problemas de salud de las personas transexuales de su lista de enfermedades mentales en 2018, una medida que fue bien recibida por la comunidad transexual.

Ahora se llama «incongruencia de género» y fue reasignada a una nueva categoría: Categoría 17 – condiciones relacionadas con la salud sexual, que también incluye la pedofilia y el exhibicionismo.

La nueva clasificación es un «posible modelo para todas aquellas personas que hablan de cuerpos transexuales al mismo tiempo que de pedofilia», escribía sarcásticamente la activista Sarah Unger en un artículo del diario alemán Tagesspiegel.

«Pasarán años antes de que esta nueva versión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) se implemente a nivel mundial, y algunos países, como Estados Unidos, indicaron que no tienen intenciones a corto plazo de implementar el nuevo sistema», dijo Russell.