En el colegio anterior no aceptaban a nuestra hija y nos invitaron sutilmente a marcharnos

Un padre cuenta que un colegio concertado de Zaragoza no aceptó el tránsito social y nuevo nombre femenino de su hija transexual.

Paula Figols. Zaragoza  logo-Heraldo

Al día siguiente de acabar el curso, Ana (nombre ficticio) se vistió de chica y empezó a usar el nombre femenino con el que se sentía identificada y con el que ya le llamaban en casa desde hacía unos meses. Ana, que ahora tiene 9 años y va a otro colegio de Zaragoza, «siempre se ha sentido una niña», como explican sus padres.

«Mi hija siempre ha sido una niña, en sus gestos, sus gustos, sus sentimientos. Ella siempre se ha sentido una niña. Al principio pensábamos que había que esperar un poco. Después, su pediatra nos puso en contacto con endocrinos y una psicóloga. Y cuando conocimos a otras familias con niños transexuales ya lo vimos claro. Desde el verano de 2014 en casa la llamábamos con su nombre femenino. Y la primavera pasada decidimos hablar con el colegio para preparar el tránsito social y que a final de curso pudiera empezar a vestirse y llamarse en público con su nombre sentido. Pero en el colegio no quisieron aceptarlo y nos invitaron sutilmente a marcharnos», cuenta Ángel, el padre.

Ahora no hay un protocolo que indique qué hay que hacer en estos casos. Otros niños transexuales en Aragón han hecho el tránsito social (cuando pasan a vestirse y llamarse en público de acuerdo con el sexo con el que se sienten identificados) sin problema en sus centros escolares. Oficialmente siguen figurando con su nombre anterior en la documentación interna, pero en clase, en el recreo y en todas las actividades son llamados con el nombre que ellos han elegido.

Ana y su hermano mayor, que también ha cambiado de centro escolar este curso, estudiaban en un colegio concertado de Zaragoza. «Primero nos reunimos con la profesora y la orientadora, que parecieron muy receptivas. Pero después la directora del colegio nos dijo que no podían llevar una doble documentación con los dos nombres. Nos pareció una excusa y un caso claro de transfobia, pero no quisimos entrar en polémicas. No queríamos que nuestra hija estuviera en un centro donde no se le quería. Ella tenía su grupo de amigas y estaba a gusto, pero queríamos evitarle problemas futuros. Hablamos con un inspector de Educación y nos dieron otro colegio cercano», explica.

Su hija va este curso a un colegio público, donde ha sido muy bien recibida desde el primer día. «Está plenamente integrada y supercontenta. Y nosotros también de verla tan feliz. Desde que hizo el tránsito social, está más tranquila, más segura. Antes cogía rabietas o tenía cambios de humor. Y algunos compañeros se reían y se metían con ella», cuenta.

La DGA estudia un protocolo contra el acoso escolar a menores transexuales

«La transfobia está muy presente en la sociedad. Lo hemos visto en elcaso extremo del suicidio de Alan (un niño transexual que se suicidó el pasado 24 de diciembre en Barcelona tras sufrir acoso escolar). Prácticamente todos los menores transexuales han sufrido en algún momento insultos y acoso antes de hacer el tránsito social», afirman María José  y Elena Gutiérrez, madres aragonesas y miembros de la Asociación española de Familias de Menores Transexuales Chrysallis.

La asociación Chrysallis ha elaborado una propuesta de protocolo de actuación sobre identidad de género en centros escolares. Chrysallis entregó la propuesta a la DGA en noviembre, que estudia incluirla en un nuevo plan de convivencia. «Somos sensibles al tema y estamos trabajando en ello», afirman fuentes de Educación.

El nombre sentido

El protocolo incluye el derecho de los menores transexuales a ser tratados con su «nombre sentido» en todas las actividades docentes y extraescolares, así como en la documentación que se exponga públicamente. También su derecho a usar los aseos y vestuarios de acuerdo con su identidad de género, así como a llevar el uniforme escolar del sexo con el que se identifican. El protocolo garantiza su derecho a la intimidad y a que su condición de persona transexual sea tratada con absoluta confidencialidad.

Según esta propuesta, estas medidas no están condicionadas a la previa exhibición de informe médico o psicológico. Y se tomarán cuando los representantes legales del menor comuniquen al equipo directivo la no coincidencia entre la identidad sexual del menor y el sexo asignado al nacer. Si uno de los dos padres se opone, prevalecerá el interés particular del menor sobre el de su representante legal. El protocolo también incluyemedidas de prevención e intervención ante posibles casos de acosos escolar por identidad de género, y actuaciones de sensibilización dirigidas a la comunidad educativa. En Andalucía ya está en vigor un protocolo similar y en otras comunidades se está estudiando la propuesta de Chrysallis.

Ahora depende de la voluntad de los centros

«Ahora dependemos de la buena voluntad de los equipos directivos. Hay mucha desinformación sobre transexualidad infantil, pero en general cuando las familias explicamos la situación a los centros, los cambios son bien acogidos», explican María José y Elena. En Aragón, diez familiasparticipan en la asociación Chrysallis y sus hijos (menos un caso) han hecho la transición social.

En la mayoría de estos casos, el cambio de nombre para que concuerde con su identidad sexual se ha producido sin problemas en los centros escolares aragoneses. Pero dos niños han tenido que cambiar recientemente de colegio o instituto en Zaragoza por problemas de acoso o por la falta de voluntad del centro.

Según explican desde Chrysallis, una niña transexual de 9 años ha cambiado este curso de un colegio concertado a uno público de porque su centro anterior no quería reconocer su sexo femenino y su nuevo nombre. Y un chico transexual de 16 años ha cambiado de instituto con el curso empezado tras años de sufrir acoso por parte de sus compañeros.

«Los menores transexuales sufren un ‘bullying’ silencioso, continuo.Muchas veces no se atreven a hacerlo público por miedo al rechazo. Y en algunos casos ni siquiera cuentan con el apoyo de sus familias. Queremos que el protocolo sirve para informar y sensibilizar a maestros, padres y compañeros. Cuando se conoce en qué consiste la transexualidad, disminuye drásticamente la transfobia», apuntan desde Chrysallis.