El alto tribunal se refirió dos veces en femenino a un adolescente al que dio la razón tras cinco años de pleitos, en una reclamación para registrar el sexo sentido en el DNI
Fuente (editada): El País | Madrid | 12 AGO 2019
El caso de Patrick abrió una espita y acaba de ganar su última batalla. Tras cinco años de juzgado en juzgado, el pasado 18 de julio el Tribunal Constitucional dictaminó, a raíz de su caso, que las personas trans menores de edad «suficientemente maduras» pueden registrar el género sentido en el DNI. Pero en la sentencia pionera, que facilita los trámites a otres menores, junto a los argumentos que le daban la razón se referían a él con un «doña P.», algo que causó indignación en su familia. Posteriormente, el alto tribunal volvió a utilizar esta fórmula, al colgar el fallo en su propia web. Pero a la tercera ha ido la vencida. El BOE ha publicado la sentencia refiriéndose al joven simplemente con sus iniciales, sin ningún tratamiento delante, ni don ni doña.
Ese «doña» identificaba al menor con el sexo femenino y contrastaba con el propio contenido de la sentencia, en la que la magistratura calificó de «lastre» tener que «vivir a la luz del Derecho conforme a una identidad distinta de la que le es propia». Cuando les fue notificado el fallo, la madre de Patrick, Natalia Aventín, llamó al tribunal para pedir que eliminaran los datos personales de su hijo, las referencias al pueblo y el «doña». «No queremos que salga el nombre que no lo ha representado nunca», pidió tras tildar de «ofensa» esta actuación. «Lo mínimo que merece es un poco de respeto tras hacerle vivir 17 años con una identidad cuestionada por la Administración», señaló Aventín, que preside la asociación de familias de menores transexuales Chrysallis. Este lunes, tras conocer la última versión de la sentencia, consideraba: «Al final la han dejado como tenía que haber salido al principio».
En la segunda versión de la sentencia, publicada a finales de julio por el Constitucional, el nombre femenino ya no salía, pero el «doña» seguía allí. Pero en la versión definitiva de la sentencia, publicada este lunes en el Boletín Oficial del Estado (BOE), se suprime el doña.
La reflexión sobre el lenguaje y el tratamiento en documentos oficiales a las personas transexuales se está abriendo camino. También a finales de julio trascendió otra sentencia, de la Audiencia Provincial de A Coruña en este caso, que ordenaba emitir una nueva versión de un fallo judicial para permitir a una mujer trans figurar en el texto con su nuevo nombre y su género sentido. El objetivo era evitar que se vea forzada a revelar su transexualidad a personas desconocidas: «Con esta resolución garantizamos el derecho de la intimidad y la dignidad que le corresponde», señalaba el tribunal gallego.
La ponencia de la sentencia de Patrick corrió a cargo del propio presidente del Constitucional, Juan José González Rivas. El asunto llegó desde el Supremo en 2016, que planteó una cuestión de inconstitucionalidad, donde también se refería a Patrick como «doña». Entendía el tribunal que el artículo 1 de la ley de 2007 que regula el cambio de sexo en los registros —limitándolo exclusivamente a «mayores de edad»— podía suponer una violación de los derechos fundamentales de las personas transexuales menores de edad que cuenten con la «suficiente madurez» y estén en una «situación estable de transexualidad». Con ese paso en el Supremo, otro más tras una larga batalla judicial, comenzaba una nueva espera. La sentencia llegó tras meses de debate en el Constitucional, donde algunes magistrades cambiaron de posición y donde se fue retrasando la resolución hasta alcanzar un acuerdo mayoritario.
Aventín aplaude que el Constitucional haya eliminado finalmente el tratamiento de «doña». Considera «absurdo» que existan «denominaciones impuestas, como ocurría antes con la raza». «En vez de tener que pelearnos por cada milímetro, tendrían que buscar soluciones fuera de los prejuicios», explica la presidenta de Chrysallis. Alude a las personas no binarias (aquellas que no se identifican con el género masculino ni con el femenino) y espera que las instituciones «empiecen a asumir que hay que cambiar las referencias que se hacen para poder integrarlas».