“Silvia” fue un logro, una hija adoptada que significó un antes y un después en nuestra vida.
La llamada que lo cambió todo ocurrió un día a principios de agosto del año 2004, nos llamaron para decirnos que se nos había asignado una hija, y que podíamos ir a conocerla, tenía siete meses y parecía muy poca cosa (por ser prematura y sufrir síndrome de abstinencia y depresión neonatal).
Desde el principio y ya en la guardería, siempre fue una niña muy chicote, pues estaba más con los niños que con las niñas y siempre jugaba a juegos de niños y se identificaba más con el rol masculino. Fue algo que vimos con bastante normalidad y a lo que no dimos mayor importancia, aunque incluso nos pedía que le llamáramos con nombres masculinos.
Con 4 o 5 años empezó a manifestar que se sentía incómoda con la ropa típica de niña, rechazaba constantemente los vestidos, los peinados típicos de niña, y se identificaba más con los superhéroes masculinos, antes que con las princesas u heroínas…
A los 6 años de edad empezó a sentir algún malestar con su cuerpo (interesándose por la sexualidad y las diferencias entre géneros). Con 7 u 8 años de edad empezó a tener problemas en el colegio, problemas de conducta y de atención. Nosotros no sabíamos que hacer, íbamos totalmente perdidos, y decidimos llevarlo al pediatra. El pediatra al final nos derivó a la USMI (Unidad Psiquiátrica Medica Infantil), allí recibimos poca ayuda por no decir nada, lo diagnosticaron de TDAH, de depresión, e incluso me llegaron a comentar que podía ser bipolar.
Con 9 años y no conforme con este diagnóstico tomamos la decisión de acudir a Laura una psicóloga amiga mía y que ya la había visto en la guardería. Laura la atendió muy bien, tuvo varias sesiones con ella, y en estas sesiones, le manifestaba que se sentía niño y que su cuerpo no era el que le tocaba. A lo cual Laura, la psicóloga, nos dijo que ella podría ayudarnos con los problemas de conducta dándonos unas pautas pero que en lo referente a cómo se sentía él con su género era mejor que lo viera un psiquiatra amigo suyo, puesto que este no era su campo.
Empezamos a acudir a Javier el psiquiatra que nos había recomendado Laura y la verdad nos fue bien, consiguió que “Silvia” se desahogase bastante. A Javier “Silvia” le explicó que ella se sentía chico, que se sentía a disgusto con su cuerpo que se frustraba con facilidad, que se golpeaba, que se auto agredía y que estaba teniendo muchos problemas y se sentía muy agobiada. Javier después nos preguntó que si esto era cierto y le respondimos que sí, que por ello nos sentíamos muy desesperados porque no sabíamos cómo podíamos ayudarle. Con Javier tuvo unas 9 sesiones, desde el primer momento, él tuvo muy claro lo que le pasaba a “Silvia”, fue muy sincero con nosotros. Nos explicó que lo que le pasaba era que tenía disforia de género, nosotros al principio nos sorprendimos porque no entendíamos qué quería decir eso y él, muy amablemente nos lo explicó, y nos dijo que era que “Silvia” había nació con cerebro de chico y su cuerpo o sexo biológico era de chica y de ahí su angustia. También nos dijo que los problemas de conducta que tenía eran derivados de esto, y que una vez se solucionara esto, esa angustia y ese malestar disminuiría. Pero que él no era especialista en ese campo y que por tanto, él ya no podía hacer nada más, lo único era derivarnos a un colega suyo que era especialista en estos temas.
La verdad tuvimos una suerte inmensa, ya que caímos en manos de una persona especializada. Esta persona se llama Felipe Hurtado que es el Director de la Unidad Multidisciplinar de Atención a la Transexualidad de la Comunidad Valenciana.
Nos abrió los ojos y nos hizo ver que lo que le pasaba a “Silvia” era fruto de un desconcierto profundo, pues no entendía que sintiéndose chico, como se sentía, tuviese un cuerpo que se identificaba como de chica y que por tanto todo el mundo la viera como una niña.
Tuvimos varias sesiones más con Felipe a cual de todas más intensas, sí digo intensas, porque “Silvia” las vivía con mucha ilusión, porque por fin veía que alguien lo entendía y sabía por lo que estaba pasando, y que por fin la iban a ayudar a ser el niño, que quería ser. En una de estas sesiones también, nos comentó Felipe que había una asociación de madres y padres de niños transexuales que se llama Chrysallis que nos podía ayudar, le respondimos que lo miraríamos porque todo apoyo en estos casos es de mucha ayuda. También nos comentó que aunque “Silvia” tenía solo 11 años, estaba muy desarrollado, puesto que se encontraba en tanner III-IV (eso es el nivel de desarrollo hormonal de un niño) y que por tanto cabía, la posibilidad de hablar con el endocrino para empezar cuanto antes con los bloqueadores puberales (esto son hormonas que se suministran para paralizar o frenar el desarrollo puberal). Y así con esto aliviar su angustia, y sí digo angustia porque para “Silvia” el tener un pecho voluptuoso y la regla, le producían mucho malestar psicológico.
Días mas tarde de la sesión con Felipe nos pusimos en contacto con Chrysallis y nos atendieron muy bien, nos dieron mucha información. Información que tuvimos que asimilar poco a poco. Y por fin llegó el día tan esperado por “Silvia”, que era hacer el tránsito social en el colegio. El colegio al principio sólo nos dio negativas, que no se podía hacer, después que tenía que aportar el informe del psiquiatra y del sexólogo que lo atendía, a lo cual yo le respondí que sin ningún problema que toda esa documentación que me pedían yo la tenía. Aporté la documentación que me solicitaron y aun así seguían negándomelo. Al final no tuve más opción que recurrir a la Asociación Chrysallis para que ellos me ayudaran con el tema, su presidenta Natalia no tuvo ningún problema en ayudarnos, ella se encargó de llamar a la inspectora de la Conselleria, responsable del colegio de “Silvia”, para explicarle el caso.
Dicho esto a los pocos días nos llamó la directora del colegio diciéndonos que no había ningún problema en realizar el cambio de nombre de “Silvia” por el de su sexo sentido que era Dylan, y que lo harían con la mayor brevedad posible para no causarle más malestar a “Silvia” (Dylan) y por fin el día 11 de marzo de 2015 se hizo oficial el cambio de nombre. La directora también nos comunicó que el nombre sentido solo se podría emplear en las listas del profesorado, en las listas visibles de clase, en los documentos dirigidos a las familias, pero no así con la documentación generada por el ITACA, eso no podría ser modificado hasta que no hubiera un cambio oficial del nombre. Por tanto los documentos oficiales de evaluación, así como el expediente académico y el NIA del alumno saldrían con su anterior nombre. A lo cual respondimos que sin ningún problema, que eso ya lo sabíamos. Ese día fue el día más especial de toda la vida de ahora, Dylan para todos los efectos, ya que por fin no tendría que esconderse de nada y de nadie. Y todo ello se lo agradeceremos incondicionalmente a la presidenta de Chrysallis.
Meses después llegó la tan esperada carta en la que nos daban por fin la cita del endocrino y que Dylan esperaba muy ansioso. Dicha cita era para el 24 de marzo, Dylan no hacía nada más que contar los días que faltaban para esa cita, pues para él era muy importante. Y por fin llegó el día, llegamos a la consulta del endocrino, el doctor Marcelino, fue muy atento y amable con nosotros, le explicamos el caso de Dylan y él con el informe que previamente le había mandado Felipe Hurtado, el sexólogo, nos dijo que él por lo que había leído en el informe y por lo que veía, sí que consideraba la opción de ponerle los bloqueadores, porque no veía porqué retrasarlo más siendo que estaba muy desarrollado y que su nivel de angustia para con su cuerpo era mucho. Así que le recetaron los bloqueadores ese día. Junto con el día del tránsito social han sido los días más importantes y felices para nuestro hijo Dylan. Ahora sigue sus revisiones periódicas tanto con Felipe Hurtado su sexólogo, como con Marcelino su endocrino, pero su nivel de angustia ha bajado casi a cero debido a que ahora empieza a encontrarse a gusto consigo mismo.
Pero aún nos queda una dura lucha por delante. Ya que los niños transexuales no tienen los mismos derechos ante la sociedad que los demás niños. Nosotros ahora tenemos una batalla por delante que es conseguir que a nuestro hijo Dylan se le conceda el derecho a que en su DNI figure su sexo sentido y no el que se le asignó al nacer. No nos rendiremos hasta conseguirlo. En esta dura batalla no me he sentido en ningún momento sola, tengo por detrás a muchas madres luchadoras, como yo, que me animan constantemente. Por todo ello mil gracias a toda la gente buena que nos ha entado ayudando y nos sigue ayudando en el día a día.